Los últimos días
(2013)
Dirección y guión: Àlex Pastor, David Pastor
Música: Fernando Velázquez
Fotografía: Daniel Aranyó
Productoras: Morena Films / Rebelión Terrestre / Antena 3
Films / Les Films du Lendemain
Reparto: Quim Gutiérrez, José Coronado, Marta Etura.
Tras la experiencia de Infectados (2009), los hermanos Àlex y David Pastor vuelven a
recrear el apocalipsis del fin del mundo, pero esta vez optan por un escenario
sumamente cercano al espectador español: Barcelona. Los
últimos días (2013) entra dentro de una tendencia fílmica marcada con la
llegada del nuevo milenio donde se muestra la destrucción de nuestra
civilización, pero, sin duda, la visión de la villa condal desolada produce un
impacto mayor que las producciones de Hollywood. Verdaderamente hace pensar que
el final de lo que conocemos queda a la vuelta de la esquina.
Las
historias del fin del mundo constituyen uno de los clásicos subgéneros de la
ciencia ficción. Aquí asistimos a la destrucción de la civilización que
conocemos, que se degrada progresivamente en la película. Existe una enfermiza
obsesión, especialmente en nuestro tiempo, por hacer caer una sociedad basada
en tanta publicidad, en modelos de belleza inexistentes, en relaciones
financieras basadas en la mera especulación, en objetivos sociales
inalcanzables, en imposiciones competitivas sin meta fija, etc., que esconden
un deseo de reiniciar el mundo (Moreno & Díaz, “Introducción”, en Historia y Antología de la ciencia ficción
española. Madrid: Cátedra, 2015, pp. 42-43).
El
motivo de la destrucción, brevemente esbozado en la película, no resulta
relevante para lo que esta desarrolla. La mención a la epidemia de agorafobia
provocada por algún virus mutagénico surgido, según se especula en un programa
televisivo dentro del propio film, de una veta del subsuelo, queda como mero
atrezo en la película, pues únicamente motiva el juego dramático del fin de lo
que existe: el ser humano es incapaz de vivir en espacio abierto, debe
refugiarse en el interior de los domicilios y solo puede moverse bajo tierra.
Por
ese escenario se mueve la pareja protagonista. Tanto Marc (Quim Gutiérrez),
como Enrique (José Coronado), son dos individuos enfrentados como superior y subalterno
antes del fin del mundo, pero que ahora deben asociarse para cumplir sus metas
respectivas. La asociación ante la adversidad va afianzándose, y con ello la humanidad
de ambos personajes, aspecto que se contrapone a la degenración progresiva de
la civilización humana, degradada al instinto de supervivencia: luchas
fratricidas hacia la consecución de los escasos recursos disponibles.
La
epopeya por el suburbano de los protagonistas se alterna, a base de recuerdos
de Marc que actúan a modo de flashbacks,
con el mundo anterior al desastre. Es gracias a estas analepsis como conocemos
la vida anterior de estos dos protagonistas: Marc como informático, empleado en
una gran empresa, con el perpetuo temor de ser despedido; Enrique como gestor
de plantilla laboral, carente de escrúpulos para sobrellevar su trabajo. Se
presenta a sí la cotidianidad preapocalíptica, tan depredadora e insensible
como la que vive el espectador en su vida diaria, lo que nos hace considerar
que el desastre se encuentra más cerca de lo que pensamos.
La
alienación de las vivencias personales de Marc y Enrique previas al fin del
mundo desaparecen para dar paso al heroísmo y a la virtud humana. Coronado se
erigirá en mártir y en su muerte encontrará la paz y el compañerismo desconocidos
en la vida previa, mientras que Marc superará sus miedos, sacando fuerza de
flaqueza, sobreponiéndose a la adversidad, y encontrando a su novia, Julia
(Marta Etura), para con ella formar la familia que fue incapaz de concebir en
el mundo anterior.
El
final, por tanto, es una ventana abierta a la esperanza y a la resurrección de
la humanidad. Coincide, claramente, con el final feliz casi omnipresente en el
cine, dado su carácter de empresa cultural de fines comerciales (grandes
inversiones de dinero que deben rentabilizarse). No obstante, en este caso
trasciende de ese sentido hacia una lectura determinada de la película: el
deseo de que la humanidad vuelva a comenzar, de que dejemos atrás los defectos
de este cruel mundo que nos toca vivir y empecemos uno nuevo, donde solo queden
los personajes más fuertes y puros, dignos de construir otro mundo mejor.
Al
margen de todo ello, como ya señalaba al principio, lo más espectacular de esta
película apocalíptica reside en su ambientación en la Ciudad Condal. El filme
contiene numerosas imágenes tan impactantes como la que se ha convertido en
icónica de la cinta: el Arco del Triunfo bajo un cielo grisáceo por el que se
pasea un reno, único signo de vida. Es una estética inspirada en el desastre de
Chernobyl, según han argumentado sus responsables, pero la cercanía de los
escenarios introduce el desastre en la misma vida del espectador español.
¿Quién no ha paseado nunca por esas calles de Barcelona? Por esa razón, tras
ver la película, es imposible no pensar que en verdad el fin de lo que
conocemos puede estar a la vuelta de la esquina.
[Imágenes
tomadas de: http://www.filmaffinity.com/es/film503152.html,
http://www.norender.com/los-ultimos-dias-impactante-barcelona-apocaliptica/
y de http://www.gettyimages.es/detail/fotograf%C3%ADa-de-noticias/alex-pastor-david-pastor-and-jose-coronado-fotograf%C3%ADa-de-noticias/164137407]