sábado, 13 de septiembre de 2014

Matadero cinco: ciencia ficción y posmodernidad


[Este es el segundo de una serie de seis artículos que tengo previsto publicar en este blog sobre la novela Matadero cinco, de Kurt Vonnegut]

Ya en Apocalípticos e integrados (1987), Umberto Eco plantea dudas sobre la barrera entre alta cultura y cultura de masas, lo que se corrobora al analizar la situación actual de la literatura dentro de este mundo globalizado y neoliberal en el que nos hayamos insertos. La novela popular se caracteriza porque su propósito explícito es el puro entretenimiento, pero el objetivo comercial de gran parte de la literatura popular no tiene por qué estar reñido con la calidad literaria. Kurt Vonnegut lo sabía cuando estuvo durante un tiempo escribiendo cuentos sueltos y novelas que aparecerían en colecciones de bolsillo, tal y como se explicó en el artículo anterior de esta serie. Vonnegut fue consciente de que la ciencia ficción le era un género propicio para desarrollar sus expectativas literarias y que le permitía marcarse cotas estilísticas cada vez más elevadas. En ese contexto aparece Matadero cinco.


En Postmodernist Fiction (1986) Brian McHale defiende la proximidad que existe entre la ciencia ficción y el posmodernismo. Ambos se preocupan por la creación de mundos como sistemas cerrados, independientes, pero derivados de la realidad. Entre ambos movimientos literarios se produce un desarrollo paralelo, pero sin influencia mutua. Los objetivos diferían para la ciencia ficción y para el posmodernismo, pero coindieron en las estrateias para lograr sus metas. Como consecuencia, según avanza el tiempo se aprecia que progresivamente el posmodernismo ha adoptado los topoi de la ciencia ficción, mientras la ciencia ficción ha adoptado las herramientas narrativas del posmodernismo. Se trata, pues, de una tendencia convergente por ambas partes.

Debido a esta convergencia, muchos autores de ciencia ficción plantearon en los años sesenta una revolución narrativa que pasaba por adoptar técnicas innovadoras propias de la literatura general. Un ejemplo claro de esta tendencia es Muero por dentro (Dying Inside, 1971), de Robert Silverberg, ya reseñada en este blog. Por contra, muchos autores de la corriente general de la literatura se han ido acercando a la ciencia ficción en sus creaciones aproximadamente desde los años setenta. En esa dirección es donde se podría insertar la novela Matadero cinco de Vonnegut.

Muchos de estos escritores hoy considerados posmodernos, cuando se acercan a la ciencia ficción, suelen tratar novelas distópicas o utópicas. De ese modo se alejaban de la realidad empírica con le intención de crear un mundo autónomo, autosostenible que mostrar los límites de la episteme moderna y de la narrativa realista. El propio Vonnegut lo hizo en La pianola (Player Piano, 1952), tal y como se explicó en el artículo anterior de esta serie. Pero los rasgos estilísticos propios de la posmodernidad aparecen más nítidamente marcados dentro de Matadero cinco. Aquí Vonnegut estructura la novela de forma experimental a través de la justificación de los viajes en el tiempo que es capaz de hacer el protagonista, Billy Pilgrim.

El argumento, por tanto, no parte de un orden lineal. La historia de Billy Pilgrim aparece enmarcada entre la presentación y las conclusiones del narrador, un ente en el que se ficcionaliza el propio escritor, Kurt Vonnegut. Es su experiencia en la II. G. M. la que le lleva a escribir la novela, pero decide crear un ente de ficción, Billy, que será quien porte el mensaje real de la obra. El narrador/autor se distancia de la moraleja antibelicista de Matadero cinco. Dado que Pilgrim es un viajero temporal gracias a la habilidad que aprendió de los alienigenas de Tralfamadoria cuando fue abducido, su historia se compone de una serie de analepsis (Flashbacks) y prolepsis (Flash-For­wards) ordenadas por un narrador poco fidedigno.

En general, la historia de Pilgrim parte de la experiencia bélica del propio Vonnegut, puesto que en la novela se relata el papel de Pilgrim como soldado americano en el conflicto mundial y su supervivencia al bombardeo de Dresde (en ese sentido, los episodios de Pilgrim se entrecruzarán con las apariciones del propio autor en Matadero cinco: “Era yo. Sí, aquél fui yo” -pág. 133 Anagrama-). Pero también su vida anterior y posterior. Toda la trayectoria vital de Pilgrim aparece fragmentada y desordenada a lo largo de la novela, y lo que justifica su vida es el mensaje final que transmite Pilgrim antes de ser asesinado (en un tiempo futuro al del propio momento de escritura, el año 1976), el mismo mensaje que pretende transmitir Vonnegut: somos responsables de nuestras acciones, así que frente a un mundo de violencia, se puede ser altruista.

Para entender que convierte a Matadero cinco en una obra posmoderna, hay que señalar primero cuáles son los rasgos de la narrativa posmoderna. En este punto parto de la tesis de María del Pilar Lojano Mijares Novela española y posmodernidad: la influencia de la episteme posmo­derna en la narrativa española de 1980 a 2000, del año 2004. Aquí la autora señala que en la narrativa posmoderna se produce una ruptura de las convenciones decimonónicas sobre el tiempo, la conciencia, la identidad, la neutralidad del lenguaje y el desarrollo histórico del argumento y del personaje. Hay, por tanto, una muerte del argumento, entendido como secuencia racionalizada con origen, causalidad lógica de hechos y un final.

Siguiendo esa premisa, en Matadero cinco tenemos primero un narrador que se confunde con el autor. El narrador deja de ser una entidad coherente y se convierte en un individuo incompleto que sólo puede encontrar sentido en la escritura: sólo la escritura permite a Vonnegut dar constancia de los traumas que le dejó su paso por la II G. M. Para ello, Vonnegut adopta un disfraz, se funde con el narrador y crea a un personaje ficticio que transmita su moraleja, su lección moral antibeli­cista. Se trata de un complejo juego polifónico que resta fidelidad al acontecimiento narrado. Por ello, no se distingue entre realidad y mentira, como no se distingue entre realidad y ficción.

Matadero cinco propone un mundo nuevo cuya veracidad queda en suspenso, ni negada ni afirmada por completo. Como obra posmoderna, entonces, será la encargada de representar modelos ontológicos plurales, mundos posibles, probables o imposibles. En ellos se pierde la referencia a la realidad, para constuir una realidad propia que se refiere a sí misma donde asumimos todo lo narrado dentro de un mismo código de verosimilitud interna.

La conjunción de una novela de guerra y de elementos de ciencia ficción (existencia de extraterrestres y descripción del futuro) construyen un mundo similar al empírico, pero diferente, autónomo, que se sostiene exclusivamente dentro de la obra. Se trata de un salto de lo epistemológico a lo ontológico. En vez de seguir luchando con el conocimiento de nuestro mundo, la novela posmoderna improvisará un mundo posible y ficcionalizado. Mediante ese punto pone de manifiesto el fin de la episteme moderna al ser incapaz de reflejar la realidad en toda su complejidad. Es, por ello, un método de extrañamiento, una estrategia casi idéntica a la de la ciencia ficción. Eso sí, con objetivos diferentes, puesto que la ciencia ficción, conviene recordar, se propone criticar la realidad tal y cómo es, pero no rechaza su condición de existencia.

[Imágenes tomadas de: http://www.telegraph.co.uk/culture/books/4286355/Loree-Rackstraw-My-affair-with-Kurt-Vonnegut.html y http://www.anagrama-ed.es/titulo/CM__27]