Ficha técnica:
EE. UU., 2009
Título original: Moon (Luna, en Argentina)
Dirección: Duncan Jones
Guión: Duncan Jones, Nathan Parker
Producción: Stuart Fenegan, Trudie Styler
Música: Clint Mansell
Fotografía: Gary Shaw
IMDb: tt1182345
Reparto: Sam Rockwell (Sam Bell); Kevin Spacey (GERTY (voz)); Dominique McElligott (Tess Bell); Rosie Shaw (Little Eve); Adrienne Shaw (Nanny); Kaya Scodelario (Eve); Benedict Wong (Thompson); Matt Berry (Overmeyers)
Título original: Moon (Luna, en Argentina)
Dirección: Duncan Jones
Guión: Duncan Jones, Nathan Parker
Producción: Stuart Fenegan, Trudie Styler
Música: Clint Mansell
Fotografía: Gary Shaw
IMDb: tt1182345
Reparto: Sam Rockwell (Sam Bell); Kevin Spacey (GERTY (voz)); Dominique McElligott (Tess Bell); Rosie Shaw (Little Eve); Adrienne Shaw (Nanny); Kaya Scodelario (Eve); Benedict Wong (Thompson); Matt Berry (Overmeyers)
A pesar del amor al
género, a veces me vuelvo reacio ante nuevas películas de CF, pues,
en mi opinión, Hollywood tiende a discriminar las ideas en favor del
espectáculo, y, no lo olvidamos, la fuerza de la CF reside en la
idea. En otras ocasiones he reflejado en este blog mi insatisfacción
ante ciertos filmes del género, como con la argumentalmente pobre
Avatar (2009). Considero que existe toda una rama de
películas que se pueden trazar desde Star Wars (1977)
que viene a determinar como prioritario en una película
fictocientifica a los efectos especiales (la presentación) sobre la
trama. Se da más importancia al continente que al contenido. Es
verdad, en busca del beneficio económico hay que dirigirse a un
más amplio sector de público y la masa se siente más atraída por
lo visual que por lo intelectual.
Sin embargo, de vez en
cuando, aparece alguna película de CF que, con bajo presupuesto, o
prescindiendo de tantos efectos visuales, consigue un gran
impacto gracias -sí, sí- a la idea. Ese es el caso de Moon
(2009), de Duncan Jones (hijo del cantante David Bowie), una película
que ha cumplido con creces todas mis expectativas y que recomiendo su
disfrute a todo aficionado que se precie. Conste que no sólo mi
opinión la avala, sino la ristra de galardones que la acompañan,
empezando por el Hugo a la mejor representación dramática en
formato largo o su elección como mejor película del festival de
Sitges.
A modo de breve sinopsis,
y sin la intención de desvelar la trama para aquellos que no hayan
visto Moon, aquí se muestra la vida de Sam Bell,
el único habitante de nuestro satélite que cumple un contrato de
tres años para Lunar Enterprise controlando, junto al ordenador
Gerty, una explotación de Helio 3, un combustible que ha hecho
posible, en la Tierra, un desarrollo energético amigable con el
medio ambiente. Se trata de un trabajo solitario, aún más difícil
cuando un satélite defectuoso impide la comunicación en directo con
su hogar, por lo que todo lo que puede enviar y recibir Sam son
mensajes grabados.
A dos semanas de su
regreso, Sam empieza a sufrir alucinaciones que le llevan a un grave
accidente mientras acudía a inspeccionar el estado de una de las
cosechadoras. Sin embargo, poco después despierta en la enfermería
de la base con un severo caso de amnesia. Ante esta irregularidad
decide salir a investigar hasta descubrir a su antecesor y su
verdadero origen: es un clon. De ahí, se irá desvelando toda una
trama que presente al la empresa como la responsable, y señale
nuevamente cómo la economía se posiciona por encima de normas
morales y éticas en la consecución del beneficio económico, una
idea cuyo rastro se puede seguir su rastro en películas del género
desde muy antiguo, como por ejemplo, en Atmósfera cero
(Outland, 1981).
Quizá cierta idea
innovadora aparece en la indagación psicológica de los clones, al
estudiar cómo van aceptando la nueva información que perciben. Eso
explica los cambios entre los dos personajes que interpreta el mismo
actor (Sam Bell realiza él solito la mayor parte interpretativa en
el filme). En un primer momento, cuando el segundo Sam rescata al
primero, al descubrirse en un espejo, entiende lo sucedido, mientras
que el primero se niega rotundamente a aceptar la verdad: su
fabricación artificial. No obstante, posteriormente, será el
primer Sam el que descubra todo el secreto sobre la fabricación de
los clones y su horrible final, al dejarle el ordenador, Gerty, que
visualice los diarios de las anteriores copias, y, por contra, el
segundo Sam se negará a aceptar esa sentencia final escrita de
antemano en su código genético y que conduce a su sosia hacia la
muerte.
Otro aliciente de la
película es el personaje de Gerty. Por el cine de ciencia ficción
han pasado innumerables robots, desde los más serviciales
mayordomos, como Robbie, en Planeta prohibido (Forbidden
Planet, 1956), hasta el asesino Hal 9000 de 2001: una odisea
en el espacio (2001: A Space Odyssey, 1968). Aquí Gerty
no es más que la voz de Kevin Spacey (en el original) y una serie de
emoticonos que revelan la fuerza emotiva y la clave que tiene esta
máquina dentro del filme. Así, por ejemplo, será su lógica la que
le enseñe a Sam cómo desentrañar la trama con la que Luna
Enterprise engañaba al único habitante de nuestro satélite.
Sin duda, hay que considerar a Moon
como una película digna de la etiqueta ciencia ficción, que
desvincula al género de producciones llenas de aventuras, sin
argumento o con trama predecible y sin mayor aliciente que sentarse y
dejarse llevar por la sucesión de imágenes como si fuésemos
zombies. Moon sí plantea una trama, un misterio envolvente,
carga reflexiva y un gran efecto conseguido mediante una economía de
elementos. Por eso, en mi opinión, la CF es una idea, y la idea no
requiere de presentaciones atractivas, pues ella misma contiene toda
la fuerza dramática y especulativa.
[Fotos tomadas de:
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