Elia Barceló (Alicante, 1956), profesora de hispanística en la universidad de Innsbruck (Austria), es una de las escritoras más conocidas en el núcleo de plumas revolucionarias de la CF española de las dos últimas décadas del siglo pasado. Esta pequeña novela, ‘El mundo de Yarek’, le permitió a la escritora obtener el cotizado Premio UPC en el año 1991.
Encontré esta obra en la biblioteca y dado que últimamente me escasea el tiempo de lectura, me he de conformar con relatos cortos antes que con novelas extensas. Sin ánimo de menosprecio, sino todo lo contrario. Los relatos también pueden ser formidables, pues, como decía Cortázar en un símil con el boxeo: “La novela gana por puntos, pero el relato gana por KO”.
No es la primera obra que leo de esta autora. También leí un relato breve titulado ‘La estrella’, recogido en la antología de Julián Díez: “Antología de la Ciencia-Ficción española (1982-2002)”. Dicho cuento me dejó buen sabor de boca, pero no puedo realizar la misma valoración acerca de la obra que aquí nos atañe.
La narración es fluida, el léxico cuidado y los tiempos verbales correctos. Además, posee frases muy bien construidas e imágenes muy poéticas. Pocos errores en el texto, más allá de alguna recóndita repetición inconsciente. El estilo es claro y de vez de encunado realiza recursos estilísticos allí donde el texto lo solicitaba.
La trama también está bien desarrollada. Sin la necesidad de parafernalia tecnológica, Barceló narra una historia muy humana: un exilio, una soledad infinita. El abandono que sufre el protagonista en un planeta olvidado durante veinte años, aunque sólo dos de ellos nos son contados.
El progreso de la narración y la presentación de los acontecimientos, de la vida del planeta y de sus variables estaciones dotan al relato de fuerza y de cuerpo. A través de Yarek vamos conociendo progresivamente las causas de su situación y su exploración del planeta y acomodo a éste, hasta que llegue un punto en que se considere colonizador y llame al lugar con su propio nombre: el mundo de Yarek
Pero la escritora nos muestra un final francamente decepcionante. Da la sensación de que no sabía como cerrar la historia. Más allá de las posibilidades de un final abierto, que perfectamente hubiera funcionado cuando Yarek desconecta su localizador y niega con ello su regreso a la civilización, la escritora podría, recurriendo al mismo giro inesperado de que todo fuese ficción en una cámara crioestática, haberlo realizado de alguna otra manera más rica.
Barceló recurre a una subtrama política un poco superflua entre los miembros del Tribunal Supremo, deliberando sobre el futuro de Yarek, al cual vemos en su cámara crioestática. La conversación en gran parte se pierde en derroteros poco claros, entre las discordias de los propios miembros, el caso Yarek y la presión encubierta del Gobierno.
Para mi gusto toda esa parte sobra. Deja mal sabor de boca al lector. Pierde fuerza y, principalmente, la gran fuerza de los relatos es el final. Primero: hay un cambio de vista radicalmente distinto al que se había mantenido durante el resto del relato. Segundo: tiene cierto aire de epílogo para cerrar el relato. Tercero: pretende ser una explicación completa de lo sucedido desde una nueva perspectiva que resultaba innecesaria. Cuarto: aparecen nuevas voces diferentes a la anterior y ligeramente confusas para el lector. Probablemente puedo acuñar más razones, no obstante tan sólo deseo dejar constancia de que este cierre es mejorable en todos los sentidos.
Lo mejor es aprender de los errores ajenos y recordar que el final una parte esencialmente importante del relato y merece un clímax que otorgue fuerza a la obra y sacie los deseos del lector.
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