Pohl, Frederik (1977)
Pórtico (Gateway)
Traducción de Pilar Giralt y Maria
Teresa Segur
Barcelona: Planeta DeAgostini, 2006.
Aunque
Frederik Pohl comenzó en sus primeros tiempos a escribir
conjuntamente con Cyril M. Kornbluth, escritor fallecido en 1958,
colaboración de la que surgió el clásico Mercaderes del
espacio (The Space Merchants, 1952), y a pesar de haber
colaborado también con otro destacado escritor del género como Jack
Williamson, por ejemplo, en Marinia (Undersea Quest,
1954), la primera entrega de la saga «Bajo
el mar», de entre su obra
en solitario probablemente la novela que aquí nos ocupa,
Portico, sea la más lograda del estadounidense.
Ganadora
del Hugo, del Nebula y del Campbell en 1978, esta novela del escritor
norteamericano Frederik Pohl (nacido en 1919) inició además
una serie novelística en su producción, bajo el epígrafe de la
«Saga de los Heeche»,
cuyas ruinas motivan gran parte de la obra Pórtico. Por ello,
la novela narra cómo, en los comienzos de la exploración espacial,
los humanos encuentran en el sistema solar un asteroide, al que
llaman como el título de la novela, y que contiene restos de una
civilización alienígena, los Heeche, especialmente una serie de
naves espaciales de reducido tamaño capaces de transportar pequeños
grupos de hombres (uno, tres o cinco) a otro lugar del espacio.
Pero
el elemento central en Pórtico es su protagonista, Robinette
Broadhead, habitualmente llamado Bob, quien se somete a una terapia
psicológica por parte de su analista robot, al que llama Sigfrid,
porque se materializa con la forma de Sigmund Freud. A través de sus
recuerdos surgidos por estas sesiones nos narrará toda su vida, con
la cual se va conduciendo al lector hasta la revelación del
trauma personal del protagonista, su sentimiento de culpa por lo
sucedido, que justifica todo el discurso novelístico. Las sesiones
psicoanalíticas, que abren y cierran Pórtico, se alternan
con los capítulos de los recuerdos del personaje, que aparecerán
ordenados, desde su infancia hasta el momento presente.
En
parte, la sociedad futurista descrita en la novela tiene ciertos
tintes distópicos, como la superpoblación. Broadhead será un pobre
hombre nacido en la masificación, con el trauma infantil del
sacrificio de su madre por un tratamiento sanitario para el hijo, en
unas circunstancias laborales adversas que minaban su salud. La vida
de Broadhead progresa gracias a golpes del azar, ya que en su actitud
es temeroso al cambio e incapaz de tomar decisiones. Su única
solución es la búsqueda de una salida rápida a los problemas de su
vida, y la suerte será la que le lleve a la situación de bonanza
que goza al comienzo de la novela, al comienzo de las sesiones con el
androide psicólogo.
Esos
giros vitales provocados por la suerte empiezan por la lotería, con
la cual puede comprar un billete a Pórtico y convertirse en
prospector. Esa excusa en la trama es la que da pie a todo el sentido
de la maravilla sobre el que gira la novela: el misterio de los
Heeches. Sólo existen por restos dejados a su paso: la
estructura de Pórtico, las naves de exploración y pocos objetos de
cuando viajaban por el universo miles y miles de años antes de que
los humanos llegaran al asteroide. Todo lo demás sobre esos
alienígenas desaparecidos es un enigma. Las naves, cuyo
funcionamiento a duras penas comprenden los humanos, son el legado
más tentador, aunque peligroso. Los prospectores viajan en
ellas, con un piloto automático, sin saber dónde les llevará, ni
cuánto durará el viaje ni si podrán regresar vivos.
Por
esa razón, montarse en una nave alienígena, sin entender su
funcionamiento, es como jugar a la ruleta rusa. Uno nunca sabe
quién sobrevivirá, pero, desde luego, el afortunado que halle algún
tesoro, podrá volverse rico gracias a las regalías otorgadas por la
empresa gerente de Pórtico. La fiebre del prospector es la fiebre
del oro, pero ahora lo que se busca es la sabiduría extraterrestre.
Es un afán por la tecnología alienígena lo que otorga esa
bonificaciones económicas tan altas, mucho más que el peligro,
y es el sueño por conseguir el premio gordo lo que atrae
constantemente a locos que quieran adentrase en las naves Heeche como
si fueran una cobaya de indias que participa en el aprendizaje
ensayo/error que llamamos humanidad.
Sin
embargo, en Pórtico la civilización Heechee no es más que
una excusa y no despierta interés en la narración. Una frase que
repiten en diversas ocasiones los personajes alude siempre al
desconocimiento que se tiene de ellos, pues se trata de la búsqueda
del primer contacto con lo incognoscible, en la búsqueda del pequeño
Heeche perdido. Lo verdaderamente interesante en Pórtico es
que Pohl no se queda en el misterio de lo desconocido, ni se centra
en la aplicación de la tecnología alienígena en la humanidad, sino
en la actitud de los prospectores, en su modo de vida, en el peligro
y la desesperación por perseguir un sueño cuyas posibilidades de
realización son mínimas. Broadhead y los compañeros parten de esa
premisa: persiguen un sueño y por el son capaces de entregar la
vida. En ese futuro de pobreza y superpoblación, ellos son
arriesgados exploradores. Su actitud, y las secuelas de tan drásticas
experiencias, es lo que marca la novela.
Entendido así, el verdadero pilar central de Pórtico es la
personalidad de su protagonista, Bob. Su análisis psicológico, como
he indicado, justifica la narración en Pórtico.
En palabras de Jorge Viches cuando analiza esta novela en su blog:
“Aquí no hay fantasía posible porque [Pohl]juega con las
emociones humanas más básicas y tópicas: el sexo y su vínculo con
la falta de amor materno, lo que genera sentido de culpabilidad,
miedo e inseguridad. Estos tres sentimientos están generados por un
trauma infantil consistente en que la madre de Robinette Brodehead,
el protagonista, sacrifica su vida por salvar la de su hijo” (en:
http://imperiofutura.blogspot.com.es/2009/06/frederik-pohl-portico-2006-1977.html).
Por último,
quiero destacar und etalle que me ha resultado curioso. Pohl añade a
la narración pequeños recuadros que recrean otros aspectos de la
vida de los prospectores, lo que ayuda a mi interpretación de la
novela en ese sentido. Estos anuncios son pequeños cuadros que se
intercalan en la discurso novelístico, de forma independiente, y que
constituyen bien retazos de la vida de los prospectores, bien
anuncios de habitantes de Pórtico, bien informes de misión, o bien
sesiones de instrucción de nuevos prospectores. Desde luego, ayudan
a otorgar mayor sensación de realismo o verosimilitud a ese ambiente
enrarecido que se vive en el meteorito alienígena.
[Imágenes tomadas de: http://lifeboat.com/ex/bios.frederik.pohl
y http://www.audiosyebooks.com/t3611-biblioteca-ciencia-ficcion].
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