jueves, 8 de mayo de 2008

Un ahogado grito del océano; un tímpano sordo del hombre.

Revisión de Solaris, de Stanislav Lem


Por fin tuve el gusto de leer una tradicional novela de CF de este aclamado autor polaco que tan recientemente nos ha abandonado. Lem (1945-2006) es un afamado escritor de CF, de tono satírico y filosófico. Esta obra, publicada en el año 1961, es una de sus más celebradas creaciones.

Javier Negrete resume así el argumento:

En esta novela, de ambiente claustrofóbico y obsesivo, hay tan solo tres personajes humanos. Pero el principal protagonista es el propio planeta, Solaris, un mundo cubierto por un inmenso océano de una extraña sustancia, con no menos extrañas propiedades, que parece ser un único organismo vivo y sintiente. Durante muchos años, los científicos han intentado desentrañar el misterio de Solaris, comprender las fascinantes estructuras que se originan en su superficie e incluso trabar contacto con la ¿posible, supuesta? mente del planeta. Pero en el momento de la novela, se ha renunciado prácticamente a este empeño. El principal protagonista humano, Kris Kelvin, llega a la estación Solaris para sustituir a uno de sus tres ocupantes y averiguar en qué circunstancias ha muerto. Allí, descubrirá que los dos miembros del equipo que sobreviven se encuentran al borde de la locura, y que en la estación hay otras extrañas presencias, fantasmas convertidos en carne y hueso de los que no se puede huir. Él mismo recibirá una visita de su pasado, Harey, una mujer a la que en un tiempo hizo daño y que ahora el propio planeta parece haber materializado para Kelvin. ¿Cuál es el propósito de estas creaciones? ¿Estudiar a los hombres, comunicarse con ellos, permitir que los hombres estudien a Solaris?” [J. Negrete, El auténtico sentido de la maravilla, en http://www.gigamesh.com/criticalibros/solaris.html]

Desde luego, la temática de esta novela se puede encuadrar en el llamado “primer contacto”, y, según han declarado muchos, posee un cierto parentesco con la novela de Arthur C. Clarke “Cita con Rama” [Rendeviouz with Rama]. El universo es un espacio infinito donde los escritores de CF dejan volar su imaginación para crear todo tipo de seres. El escritor polaco nos propone un primer contacto fallido. La clave de la novela es la incomunicación, la cual se muestra en todos los niveles.

La criatura o semidiós de Solaris es un ente tan ajeno a la prepotencia y la limitación mental humana que resulta incomprensible su comportamiento en toda la novela. Es el protagonista y actúa como personaje encubierto. Moviliza la trama y sin embargo, él siempre es observado en la novela. La incomunicación con el océano queda también patente en las largas diatribas con cierto aire escolástico que nos presenta Lem a modo de ensayo sobre la denominada ciencia solarística. Cientos y cientos de hipótesis incomprobables e irreconciliables se aglutinan en la biblioteca que frecuenta el psicólogo Kris Kelvin.

Otro de los elementos más destacables de Lem es, sin duda alguna, la ironía patente en su pluma, en especial, al describir la aprehensión humana de la realidad como “nuestra comprensión prehistórica, grosera, antropomórfica del mundo de alrededor” (Stanislav Lem -1961-, Solaris, pág. 197. Edición Clásicos Minotauro, 2008). O, si se prefiere, en palabras del propio personaje Snaut: “Evitamos decirlo, por pudor, pero en algunos momentos pensamos muy bien de nosotros mismos. Y, sin embargo, bien mirado, nuestro fulgor es puro camelo. No queremos conquistar el cosmos, sólo queremos extender la tierra hasta los lindes del cosmos. Para nosotros, tal planeta es árido como el Sahara, tal otro glacial como el Polo Norte, un tercero lujurioso como la Amazonia. Somos humanitarios y caballerosos, no queremos someter a otras razas, queremos simplemente transmitirles nuestros valores y apoderarnos en cambio de un patrimonio ajeno. Nos consideramos los caballeros del Santo Contacto. Es otra mentira. No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos” (Pág. 87-88, Ibidem.). Ésta es la incomunicación humana con la realidad desconocida y nueva.

Tampoco se produce un entendimiento adecuado entre el protagonista y la aparición, o entre los miembros de la expedición, cada uno aislado en su propio refugio de la estación y en una evasión continua de cualquier contacto directo. Incomunicación dentro del propio protagonista, que lucha por entender medianamente su vida y por comprender cuáles son sus verdaderas intenciones vitales.

Como nos declara Jordi García:

“Al terminar de leerla la inquietud de lo leído permanece en los recovecos del alma, recordándonos que el Universo, a fin de cuentas, permanecerá siempre misterioso, y que la naturaleza, en su pasiva existencia, es tanto más aterradora en tanto en cuanto no se la puede vencer, en tanto en cuanto su inexorabilidad nos pone ante los ojos el espejo de nuestra propia insignificancia en el cosmos.” [Jordi García, en http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00246.htm, con fecha de 27 de diciembre de 1999]

Bien, llegados a este punto, termino con mi alabanza del contenido. Pero si me adentro en la forma mi opinión varía. Lem consigue crear el ambiente claustrofóbico, el silencio terrorífico y la soledad perpetua en medio del universo que recorren casi todas las páginas de la novela con un lenguaje eficaz. Sin embargo, considero un error el tratamiento de la novela mediante un narrador protagonista. Durante toda la primera parte, a mi juicio, la obra peca de un exceso de acciones en primera persona que dañan el progreso de la narración y la vuelven excesivamente egocéntrica.

Desconozco la literatura polaca y la tradición de los cuentos fantásticos de los países del este que influyeron en la prosa de Lem, pero creo que la elección de un narrador protagonista conlleva un relato más introspectivo, más psicológico y, en cambio, durante la primera parte Lem se mantiene en el exterior de Kelvin, relatando lo que hace, lo que dice, lo que gesticula, pero, prácticamente, sin centrarse en sus pensamientos, miedos, opiniones, ideas, etc. Cuestión que va remediando a medida que Solaris le obliga a participar en su juego, a medida que el lector va descubriendo cómo es el protagonista.

Tampoco parece que sea el único en apreciar este detalle, dado que el cibernauta Reginairae Señala: “Lo he notado más bien frío en lo tocante a las emociones. Cuando Kelvin recibe la visita de la que parece su mujer (aunque él descarta enseguida tal posibilidad, en buena lógica), no se nos describe la tormenta emotiva que esto podría haber causado. Su relación con esa Harey que no es Harey parece más bien de recelo, aunque al final del libro él declara que la ama. No obstante, eso no se aprecia. Los sentimientos no están bien tratados en la novela. Lem no parece interesado en profundizar en la historia de amor de ellos, ni la presente ni la pasada.” [Críticas liteararias: Solares, de Stanislav Lem, en http://reginairae.blogcindario.com/2005/10/00227-solaris-de-stanislav-lem.html, con fecha de 10 de octubre de 2005]

Como conclusión, que Solaris es una obra de lectura obligatoria para un aficionado es algo que queda patente, pero no por ser Lem un gran escritor. Dado que éste no se merece un completo halago, sino una crítica correcta y constructiva.