miércoles, 20 de octubre de 2010

Revisión de clásicos, Puerta al verano

HEINLEIN, Robert A.
PUERTA AL VERANO (The door into summer)
Colección solaris ficción, Nº 21, La factoría de ideas, 2002.

Puerta al verano es recordada hoy como una clásica novela de viajes en el tiempo. Su protagonista, Dan B. Davis, ingeniero de profesión especializado en robótica, es uno de los cronoviajeros más famosos, tras el de Wells, carente de nombre. Su autor, Robert A. Heinlein, indiscutible figura en la historia del género, y hoy problemático para definir dadas las opiniones tan diversas que han suscitado sus obras, pero sin duda, un escritor del que ningún aficionado puede eludir la lectura de alguna de sus obras, como mínimo de Tropas del espacio (Starship Troopers, 1960). La presente novela no es una de las obras más destacadas de su producción, pero sí adecuada para iniciarse en la lectura de este autor norteamericano.

La fábula se organiza en partes según los viajes en el tiempo del personaje. Por tanto, hay una parte primera, iniciada in media res, que se constituye por la presentación de la trama, la exposición de los antecedentes, y la conclusión con el primer intento fallido de venganza del protagonista. La segunda parte es su estancia en el futuro, intentando reconstruir los años que ha pasado criogenizado y recobrando su vida anterior. Entonces decide volver atrás y cambiar los hechos, lo cual le lleva hacia la visita al profesor universitario, al doctor Twitchell, y su forzado convencimiento para usar la máquina. La tercera parte es un retorno a los años 70', la resolución de la trama, de los misterios y agujeros de la primera parte y la consumación de la venganza, con un último viaje hacia el futuro, a modo de epílogo, donde se encuentra la reflexión de Heinlein sobre los viajes a través del tiempo.

Los personajes, fuera del protagonista y del gato, son más bien arquetipos. Dan Davis funciona por los conocimientos en ingeniería que introduce en la trama y que aportan verosimilitud a la misma. Es diligente y visionario, un gran inventor, y además amante de los gatos. Por ello le acompaña Pet (abreviatura de Petronius, pero que supone un gracioso juego de palabras, dado que pet en inglés significa mascota), muchas veces más humano que otros personajes de la obra, adicto al ginger ale y que incluso en distintos momentos parece conversar con el protagonista.

Los otros personajes, en cambio, son esquemáticos, especialmente los femeninos. Sólo hay dos mujeres y cada una representa a uno de los fenotipos posibles: la femme fatale, un súcubo, representada por Belle; y la niña, Federica, llamada Ricky, que es el opuesto, la mujer virgen e inocente, la donna angelicata, enamoradiza, fiel, una Penélope. Tan fiel que a pesar de su amor platónico por Dan Davis, decide acompañarlo al futuro, lo cual resulta, en mi opinión, forzado para conseguir el final feliz y recompensar al protagonista en el amor, además de la fortuna.

El socio Miles Gentry es el amigo traidor, que se deja seducir por Belle. En su contrario tendríamos a John y Jenny Sutton, el matrimonio de nudistas que encuentra Dan B. Davis al volver a los años 70'. Ellos representan la fidelidad de los amigos, pues no traicionan la confianza que Davis deposita en ellos cuando establece un nuevo negocio. En la breve estancia inicial del protagonista en el futuro encontramos pocos personajes. Por un lado, el amigo ingeniero del futuro, del año 2000, Chuck Freudenberg, que le da la idea de volver a los 70' en la máquina del tiempo. Por otro, el profesor, el doctor Twitchell, que se opone a dicho viaje, es un obstáculo que salva Davis mediante el engaño y la provocación. Probablemente ésta sea la parte más difícil de aceptar de toda la trama.

Como se observa, los personajes de la novela se estructuran en torno a Dan B. Davis en dos bloques: el de los adyuvantes y los opositores. Ello me permite especular que Heinlein trabaja sobre un esquema preconcevido, con personajes tipo, donde sólo destacan el protagonista, ingeniero y amante de los gatos, y su compañero Pet, continuamente personalizado. Es sabido que Heinlein escribía como forma de ganarse dinero, hecho destacable de que mucha de su producción apareciera primero en revistas pulp, en las que podía obtener un buen incentivo por palabra publicada. Prueba es que la inicial publicación de Puerta al verano se realizó por entregas en 1956 en The Magazine of Fantasy & Science Fiction.

A mi juicio, lo más destacado de la obra se haya en el recurso fantacientífico que erige la trama: el viaje en el tiempo. Aquí la historia no se ve distorsionada. Heinlein evita la paradoja y presenta la intervención individual concienciada, es decir, que mide la repercusión de sus actos y sólo actúa en labor a su venganza personal, en beneficio propio, sin menor intención de intervenir en los hechos históricos. La fábula, por tanto, es la historia personal de Dan Davis, que se ve estafado por su socio y su supuesta amante. La trama se centra en esos personajes, por ello no entra la paradoja temporal, no tiene cabida en este tríptico amoroso entre Davis, Miles y Belle. Además, Heinlein, en la voz de su protagonista, termina la obra reflexionando sobre los viajes en el tiempo:

“Consideremos en hipótesis. Cuando piensas en ello desde un punto de vista matemático todo parece perfectamente lógico. Supongamos que tomamos un conejillo de indias, blanco con manchas castañas. Lo ponemos en una jaula de tiempo y lo lanzamos a una semana hacia atrás. Pero una semana antes ya lo habíamos encontrado allí, de modo que entonces lo habíamos puesto en una conejera consigo mismo. Tenemos por lo tanto dos conejos de indias... aunque en realidad no es más que un conejillo, puesto que uno de ellos es el otro, una semana más viejo. De modo que cuando cogimos a uno de ellos y lo lanzamos una semana atrás y...” [218].

Poco después el personaje lo explica diciendo “«Hay una divinidad que forma nuestros fines, por más que tratemos de moldearnos a nuestro antojo». Libre albedrío y predestinación en una sentencia, y ambas cosas ciertas. Hoy solamente un mundo real, con un pasado y un futuro” [220].

Heinlein niega así la solución de los universos paralelos. Cierra las posibilidades a una única línea temporal y establece un equilibrio entre la predestinación histórica, el fatum de cada individuo del cual resulta imposible huir, junto con el libre albedrío, ilusión provocada por la ignorancia humana ante el porvenir. Por ello, en Puerta al verano la historia -con mayúsculas- no se ve alterada, porque ya había previsto la venganza personal de Dan Davis y le había concedido la recompensa: una puerta al verano.


[Fotos tomadas de:

http://www.fantasymundo.com/articulos/2530/puerta_verano_robert_heinlein

http://robert-heinlein-fansite.blogspot.com/2007/07/quotes-from-stranger-in-strange-land.html]