miércoles, 23 de septiembre de 2009

UN VISITANTE DESAGRADECIDO

He continuado con la lectura del maestro Clarke, de quien ya reseñé El fin de la infancia (Chilhood's end, 1954) en el presente blog. En esta ocasión opté por una novela posterior en el tiempo, Cita con Rama (Rendezvous with Rama, 1973), libro que, en opinión de los críticos Rabkin y Scholes[1], comparte algunas cualidades con La invencible, de Stanislaw Lem, de 1964. Además, es ganadora del premio Hugo y del premio Nébula.


El argumento se estructura en una intriga creciente que no termina de resolverse por completo. Clarke deja agujeros en la historia como muestra del los límites del conocimiento y la percepción humanos. Así, la novela narra la llegada al sistema solar de un meteorito de comportamiento inusual cuyo rumbo pretende utilizar la gravedad de nuestro sol como impulso hacia su destino, el cual se ignora.


La humanidad envía una nave, el Endeavour, para explorar al extraño visitante. El misterio crece cuando descubren en su interior un mundo, con lo cual se postura una de las dos hipótesis acerca de los viajes espaciales: el de la nave intergeneracional. La exploración se convierte en una carrera para desvelar la identidad de los constructores de tamaña obra antes de que éste alcance el perihelio del Sol que le propulsará hacia las estrellas. Cuanto más cerca del nuestro astro, más vida generará el mundo interior del meteorito y mayores serán las incógnitas que se plantea la tripulación del Endeavour.


Se me ocurre un símil para explicar la obra. Un anciano vive en un pueblo pequeño que tiene una gasolinera. Todos los días se sienta en un banco a la vera del expendedor de combustible. Un día viene un coche con varios ocupantes, recarga el depósito y se marcha. El anciano, pensativo, se pregunta: ¿Dónde irán? ¿De dónde venían? ¿Cuáles eran sus nombres? ¿Y el propósito de su viaje?... Por tanto, el ser humano aparece en esta novela limitado por su percepción de la realidad, incapaz de aprehender la totalidad de su entorno.


En Cita con Rama Clarke también nos presenta una visión futurista de la humanidad muy cercana. El hombre ha mejorado la exploración espacial y colonizado casi todos los planetas del sistema solar, detalle que aparece en numerosas obra de CF ambientadas en un futuro no excesivamente lejano como es el de los imperios galácticos (me viene a la mente ahora el relato de J. M. Aguilera El bosque de hielo). Clarke explica cómo la humanidad se rige por un consejo donde participa un miembro de cada planeta habitado y nuestra luna. Cada uno funciona como un país independiente.


Sorprende también encontrar en la tripulación de la nave tres chimpancés cuya inteligencia ha sido aumentada. Todos estos detalles fomentan que el futuro presentado por Clarke se vuelva cercano y verosímil, a pesar de las circunstancias actuales en las que está sumida la humanidad. Otros aspectos se esbozan en la obra, cuyo desarrollo habría condensado la narración, como la poligamia, las consecuencias físicas de un hábitat en diferentes gravedades a la de la tierra, etc.


Su aspecto más negativo, sin duda, es la incapacidad de Clarke de abordar con mayor profundidad la psique de los personajes (más planos que el encefalograma de un ladrillo, Manuel Pancorbo en http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00070.htm ). Su misterio alcanza al hombre como especie, perdido en la inmensidad del cosmos, pero los personajes de la novela son planos, tipos, sin profundidad, casi sin disyuntivas, sin conflictos internos, excesivamente racionales, y sin evolución alguna a lo largo de la novela, a pesar de los grandes misterios que les rodean.


En conclusión, se puede etiquetar Cita con Rama como una novela de primer contacto, en este caso, frustrado. Además, la frase final (los ramanes lo hacían todo por triplicado), deja abierta toda una serie de hipótesis, y, en especial, justifica las posteriores secuelas que Clarke escribió junto a Gentry Lee, aunque se las tilda de peor calidad.


Por otro lado, en esta obra se aprecia mejor el cultivo del género hard propio del autor británico, dado el rigor científico con el que se trata la novela. Y sino, como ejemplo, vease el tratamiento que otorga Clarke al mar, encerrado por lo acantilados de los dos continente de Rama, como si fuese una tobera que permitiera transformar la energía potencial de un fluido en energía cinética.


Foto proveniente de:

[http://blogs.gamefilia.com/files/imce/u393921/rama.jpg]



[1] Scholes, Robert y Eric S. Rabkin, La ciencia ficción: historia, ciencia, perspectiva, Taurus, Madrid, 1982, pág. 98.


martes, 8 de septiembre de 2009

DE PIGMALIÓN AL ROBOT (PARTE II)



[Continuación del artículo anterior. Pequeña revisión personal de la temática del robot en la Ciencia Ficción.]


Tras los Capek, es en el cine expresionista alemán donde encontramos el siguiente caso celebre, pero ahora hablamos de un androide, el de Metrópolis. El científico Rotwand construye el robot por la obsesión que tiene de superar la pérdida de su amada. Es el ansia de amor que acoge a todos los personajes de la película, pero que en el científico y en su creación tecnológica se remite al mito de Pigmalión, solo que tecnificado.


Seguidamente hay que destacar la influencia de Isaac Asimov, no sólo por la creación de las ya clásicas tres leyes de la robótica, sino por la novelización de todas las problemáticas que puede generar la coexistencia entre el hombre y la máquina. Asimov es un escritor donde, sin duda, la idea es la base, el medio y el fin de la creación literaria, y a la idea supedita todo lo demás. En sus visiones el robot se aleja de posturas serviles y se acerca más a la versión fatal del mito del Golem en que se rebela contra su creador, quien debe escribir en su mente muerte para que la creación se detenga.

Así pasamos a las nuevas visiones del robot, una evolución en diversos sentidos. Para unos el robot se equipara al ser humano, como sucede en la obra de Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Dream android with electric sheeps?, 1968), cuya versión cinematográfica, Blade Runner (Ridley Scott, 1982), ha dejado ya huella no sólo en la ciencia ficción, sino en el cine en general. Su lema reza: Man has made his macht… now is his problem (El hombre ha construido su igual… ahora es su problema). Por tanto, la creación por una especie de otra idéntica que deba coexistir en el mismo ecosistema conlleva el enfrentamiento y la aniquilación de una de esas dos especies. Este precepto es la base para todos los libros y películas que relatan una guerra entre humanos y máquinas.


Los últimos pasos se han dirigido al desarrollo de una posible sociedad mecánica, autoconfigurada por máquinas, como son las sociedades que se pueden observar en películas como Matrix (1999), Terminator (1984) o incluso la raza de los Borg en Star trek. Una sociedad de máquinas adopta la forma de la mente colmena, dirigida por un solo ente pensante, como la que desarrollo Heinlein para sus alienígenas en Brigadas espaciales (Starship Troppers, premio Hugo en 1960). Pero este detalle relaciona el tema del robot con el de la I. A. (Inteligencia Artificial), una nueva vía temática de la CF que reactualiza, a mi juicio, las historias de las máquinas artificiales.


Finalmente llegamos hasta la actualidad, donde se han establecido tres categorías en el estudio de esta temática de CF. El robot hoy designa a una máquina cuyo diseño responde a la realización de una función específica. Por otro lado está el androide, es decir, el robot cuya estructura imita la forma humana. Y finalmente la imaginería fantacientífica idea el ciborg (cibernetic organism, organismo cibernético), donde a la forma humana se le agregaba la apariencia hasta el punto de que sólo la composición interna diferenciase un humano de un ciborg.

Hay una lectura que cada vez se resalta más: el hombre no puede crear vida, no puede jugar a ser Dios, porque no es un dios. Cuando lo pretende, fracasa, y las consecuencias pueden ser atenuadas o absolutamente fatales. Esta es la lección moral que pretende transmitir la ciencia ficción, casi siempre erigida como un “aviso para caminantes”, con la habitual –pero no intrínseca- tendencia a advertir sobre los peligros del futuro a partir de la hipérbole de un elemento presente.


[http://discovermagazine.com/2005/dec/robot-robot/robot-robbie.jpg]

[http://extracine.com/wp-content/uploads/2008/02/terminator_robot.jpg]