miércoles, 20 de octubre de 2010

Revisión de clásicos, Puerta al verano

HEINLEIN, Robert A.
PUERTA AL VERANO (The door into summer)
Colección solaris ficción, Nº 21, La factoría de ideas, 2002.

Puerta al verano es recordada hoy como una clásica novela de viajes en el tiempo. Su protagonista, Dan B. Davis, ingeniero de profesión especializado en robótica, es uno de los cronoviajeros más famosos, tras el de Wells, carente de nombre. Su autor, Robert A. Heinlein, indiscutible figura en la historia del género, y hoy problemático para definir dadas las opiniones tan diversas que han suscitado sus obras, pero sin duda, un escritor del que ningún aficionado puede eludir la lectura de alguna de sus obras, como mínimo de Tropas del espacio (Starship Troopers, 1960). La presente novela no es una de las obras más destacadas de su producción, pero sí adecuada para iniciarse en la lectura de este autor norteamericano.

La fábula se organiza en partes según los viajes en el tiempo del personaje. Por tanto, hay una parte primera, iniciada in media res, que se constituye por la presentación de la trama, la exposición de los antecedentes, y la conclusión con el primer intento fallido de venganza del protagonista. La segunda parte es su estancia en el futuro, intentando reconstruir los años que ha pasado criogenizado y recobrando su vida anterior. Entonces decide volver atrás y cambiar los hechos, lo cual le lleva hacia la visita al profesor universitario, al doctor Twitchell, y su forzado convencimiento para usar la máquina. La tercera parte es un retorno a los años 70', la resolución de la trama, de los misterios y agujeros de la primera parte y la consumación de la venganza, con un último viaje hacia el futuro, a modo de epílogo, donde se encuentra la reflexión de Heinlein sobre los viajes a través del tiempo.

Los personajes, fuera del protagonista y del gato, son más bien arquetipos. Dan Davis funciona por los conocimientos en ingeniería que introduce en la trama y que aportan verosimilitud a la misma. Es diligente y visionario, un gran inventor, y además amante de los gatos. Por ello le acompaña Pet (abreviatura de Petronius, pero que supone un gracioso juego de palabras, dado que pet en inglés significa mascota), muchas veces más humano que otros personajes de la obra, adicto al ginger ale y que incluso en distintos momentos parece conversar con el protagonista.

Los otros personajes, en cambio, son esquemáticos, especialmente los femeninos. Sólo hay dos mujeres y cada una representa a uno de los fenotipos posibles: la femme fatale, un súcubo, representada por Belle; y la niña, Federica, llamada Ricky, que es el opuesto, la mujer virgen e inocente, la donna angelicata, enamoradiza, fiel, una Penélope. Tan fiel que a pesar de su amor platónico por Dan Davis, decide acompañarlo al futuro, lo cual resulta, en mi opinión, forzado para conseguir el final feliz y recompensar al protagonista en el amor, además de la fortuna.

El socio Miles Gentry es el amigo traidor, que se deja seducir por Belle. En su contrario tendríamos a John y Jenny Sutton, el matrimonio de nudistas que encuentra Dan B. Davis al volver a los años 70'. Ellos representan la fidelidad de los amigos, pues no traicionan la confianza que Davis deposita en ellos cuando establece un nuevo negocio. En la breve estancia inicial del protagonista en el futuro encontramos pocos personajes. Por un lado, el amigo ingeniero del futuro, del año 2000, Chuck Freudenberg, que le da la idea de volver a los 70' en la máquina del tiempo. Por otro, el profesor, el doctor Twitchell, que se opone a dicho viaje, es un obstáculo que salva Davis mediante el engaño y la provocación. Probablemente ésta sea la parte más difícil de aceptar de toda la trama.

Como se observa, los personajes de la novela se estructuran en torno a Dan B. Davis en dos bloques: el de los adyuvantes y los opositores. Ello me permite especular que Heinlein trabaja sobre un esquema preconcevido, con personajes tipo, donde sólo destacan el protagonista, ingeniero y amante de los gatos, y su compañero Pet, continuamente personalizado. Es sabido que Heinlein escribía como forma de ganarse dinero, hecho destacable de que mucha de su producción apareciera primero en revistas pulp, en las que podía obtener un buen incentivo por palabra publicada. Prueba es que la inicial publicación de Puerta al verano se realizó por entregas en 1956 en The Magazine of Fantasy & Science Fiction.

A mi juicio, lo más destacado de la obra se haya en el recurso fantacientífico que erige la trama: el viaje en el tiempo. Aquí la historia no se ve distorsionada. Heinlein evita la paradoja y presenta la intervención individual concienciada, es decir, que mide la repercusión de sus actos y sólo actúa en labor a su venganza personal, en beneficio propio, sin menor intención de intervenir en los hechos históricos. La fábula, por tanto, es la historia personal de Dan Davis, que se ve estafado por su socio y su supuesta amante. La trama se centra en esos personajes, por ello no entra la paradoja temporal, no tiene cabida en este tríptico amoroso entre Davis, Miles y Belle. Además, Heinlein, en la voz de su protagonista, termina la obra reflexionando sobre los viajes en el tiempo:

“Consideremos en hipótesis. Cuando piensas en ello desde un punto de vista matemático todo parece perfectamente lógico. Supongamos que tomamos un conejillo de indias, blanco con manchas castañas. Lo ponemos en una jaula de tiempo y lo lanzamos a una semana hacia atrás. Pero una semana antes ya lo habíamos encontrado allí, de modo que entonces lo habíamos puesto en una conejera consigo mismo. Tenemos por lo tanto dos conejos de indias... aunque en realidad no es más que un conejillo, puesto que uno de ellos es el otro, una semana más viejo. De modo que cuando cogimos a uno de ellos y lo lanzamos una semana atrás y...” [218].

Poco después el personaje lo explica diciendo “«Hay una divinidad que forma nuestros fines, por más que tratemos de moldearnos a nuestro antojo». Libre albedrío y predestinación en una sentencia, y ambas cosas ciertas. Hoy solamente un mundo real, con un pasado y un futuro” [220].

Heinlein niega así la solución de los universos paralelos. Cierra las posibilidades a una única línea temporal y establece un equilibrio entre la predestinación histórica, el fatum de cada individuo del cual resulta imposible huir, junto con el libre albedrío, ilusión provocada por la ignorancia humana ante el porvenir. Por ello, en Puerta al verano la historia -con mayúsculas- no se ve alterada, porque ya había previsto la venganza personal de Dan Davis y le había concedido la recompensa: una puerta al verano.


[Fotos tomadas de:

http://www.fantasymundo.com/articulos/2530/puerta_verano_robert_heinlein

http://robert-heinlein-fansite.blogspot.com/2007/07/quotes-from-stranger-in-strange-land.html]

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA SOMBRA EN EL EDÉN

Reseña de LA FUGA DE LOGAN

Ficha técnica:
Título original: Logan's Run
Año: 1976
Dirección: Michael Anderson
Guión: David Zelag Goddman (basada en la novela homónima de William F. Nolan y Clayton Johnson)
Música: Jerry Goldsmith
Escenografía: Robert De Vestel
Vestuario: Bill Thomas
Efectos especiales: L. B. Abbott
Productora: Metro-Goldwyn-Mayer
Reparto: Michael York (Logan 5); Richard Jordan (Francis); Jenny Agutter (Jessica 6); Peter Ustinov (Hombre viejo); Farrah Fawcett (Holly)

Sinopsis: un futuro donde la humanidad vive en una ciudad burbuja con servomáquinas que satisfacen todas las necesidades, por lo que se abandonan a una vida hedonista de perpetuo placer. La pega reside en que la edad máxima permitida es la treintena, al cumplir la cual debe el individuo acudir ante una máquina para realizar un ceremonial del “carrusel” que le “recicla”. El protagonista, Logan 5, es un vigilante encargado de que nadie eluda su funesto y predicho final. Cuando es el turno de Logan, éste, en vez de aceptar su sacrificio, decide emprender la huida, en busca del santuario donde se promete una vida más longeva.

El filme, del año 1976, es adaptación de la novela homónima de William F. Nolan y George C. Johnson. Reconozco no haber leído el libro, pero existe en artículo en wikipedia sobre las diferencias entre la novela y su adaptación cinematográfica: http://en.wikipedia.org/wiki/Logan%27s_Run_%281976_film%29#Differences_between_the_novel_and_film. Bien es cierto que los efectos especiales han quedado desfasados, pero la película sigue entreteniendo, con un ritmo ágil y una trama basada en sucesión constante de aventuras, donde las pausas las constituyen los momentos reflexivos sobre el apocalíptico futuro.

Nefasto es el porvenir que pinta, pues si bien en primera instancia parece el paraíso, en realidad se entreve una humanidad degenerada a los placeres, controlada por máquinas, meros niños, como los Eloi de Wells. Además, treinta es la edad máxima, edad no sobrepasable. ¡Juventud, único tesoro! La obvia escusa de la superpoblación provoca que incluso el destino de los hombres quede en manos de la máquina, dios omnipresente en la ciudad burbuja.

La estructura es clásicamente distópica, con los elementos indispensables: aparente futuro perfecto, protagonista con posición destacada en el sistema y que reflexiona sobre el mismo, movimiento de resistencia portador de los valores que se conectan con nuestro presente, pretensión de crítica (huida del protagonista), etc. La mayoría de estos elementos que provienen desde los clásicos de la distopía como Nosotros (We, 1921) de Zamiatin o Un mundo feliz (Brave new world, 1932) de Huxley.

Como aspectos fuertes del film: la trama; la interpretación del hombre viejo (Peter Ustinov), personaje muy cuidado; la psicodelia de la ciudad, una maqueta de aspecto futurista; el ritual de renovación llamado “Carrusel”; la libertad sexual tratada en el film de forma evidente, aunque púdica, etc. Como aspectos detestables: la pésima escena con el robot Box en una cueva helada, poco creíble y más que terrorífica, cómica; los decorados dentro de la ciudad casi infantiles, poco creíbles, que parecen de plástico; defincientes efectos especiales en ciertas escenas; la música que parece de videojuego de marcianitos...

Un año más tarde llegaría La guerra de las galaxias (Star wars, George Lucas, 1977) y cambiaría la forma de presentación de los efectos especiales y relanzaría el género de la space-opera. La fuga de Logan constituye, por tanto, una de las últimas películas distópicas de los años 70. Todas las deficiencias de efectos y decorado de La fuga de logan, que en parte se habían erigido en obsoletos recursos del cine de CF, desaparecerán en la creación de Lucas.

Finalomente, desde 1994 hay noticias sobre pretensiones de realizar un remake, que al final parece que llegará a los cines en 2012. ¿Acudiremos nuevamente a una reinterpretación hollywoodiense de clásicos de CF como La guerra de los mundos (The war of the worlds, de 1953 la original y de 2005 el remake) o Ultimatum a la tierra (The day the earth stodd still, de 1951, el remake de 2008)? Lo siento, pero servidor prefiere el producto clásico, aunque anticuado en su presentación, que la desvirgación actual, auténtico atentado cinematográfico a obras que no habían fallecido gracias a la entrega de los aficionados de la CF.

Imágenes tomadas de:
http://cine-fantastico.blogspot.com/2009/11/la-fuga-de-logan-1976.html

martes, 10 de agosto de 2010

Mundos en el abismo



Aguilera, Juan Miguel y Javier Redal

El intento de realizar una obra hard en español incide en una apabullante plausibilidad a través de conocimientos científicos y técnicos, pero pierde legibilidad y rezuma una escasa calidad literaria. Si los fragmentos con carga técnica ralentizan la acción y entorpecen el ritmo de lectura, el resto de la obra se convierte en un cúmulo de aventuras propio de una space-opera.


El argumento, para quien no lo conozca, y sin ánimo de desvelarle el final, relata como la Utsarpini, un reciente imperio estelar, envía una nave a investigar la destrucción de otra nave de fusión, modelo rickshaw, que pertenece a otro imperio con el que compite por la hegemonía de la zona. En el velero de la Utsarpini embarca forzosamente el protagonista, Jonás, biólogo de profesión. El misterio de la nave destruida ira conllevando una serie de descubrimientos científicos, junto a complicados complots políticos, en oleada creciente, que sumergen al lector en una trama envolvente, aunque a mi juicio de resolución previsible.


La obra es, en definitiva, un compendio de aventuras dentro de un mundo ficcional que es el universo de Akasa-Puspa, donde la información se nos va ofreciendo dosificada, unida al proceso investigativo de los protagonistas, y que termina por ofrecer una explicación de la historia y del provenir de Akasa-Puspa, es decir, del cúmulo estelar que rota lentamente por la galaxia y que atrapó a nuestro Sistema Solar.


Sin embargo, al final aparece un epílogo obliga a reestructurar toda la obra. Una conversación telepática entre dos colmeneros, seres adaptados a la vida en el cosmos, que mencionan su labor de vigilancia de los hechos que acaecen en la galaxia a lo largo de su extensa vida cósmica. Considerados por los humanos a lo largo de la novela como criaturas de inteligencia limitada con las cuales casi no han conseguido interaccionar, la mencionada conversación que cierra la obra ofrece una interpretación final a los hechos en ella narrados. Si los colmeneros son vigilantes galácticos, no son tan primitivos como se había considerado, sino que se aventura que puedan ser evoluciones ulteriores del hombre adaptadas al vacío espacial. Por si fuera poco, su diálogo y la apuesta que ambos realizan por un “turno de vigilancia” abren la puerta a nuevas aventuras en el cúmulo estelar denominado Akasa-Puspa.

Ajeno a la estructura de aventuras al modelo space-opera, lo que destaca y supone un glorificación de Mundos en el abismo es la vertiente hard de la misma. Los conocimiento técnicos que esgrimen sus autores a lo largo de la novela merecen más de una alabanza, detalle que se corrobora con el protagonismo indiscutido de los científicos que pueblan la obra, en especial Jonás, el personaje principal, y que se contrapone a la otra mitad de los personajes, los militares, que personifican la vertiente de la novela, la de aventuras.

En referencia a esos conocimientos técnicos de Mundos en el abismo, he de mencionar que lo que a un lego le suena coherente, compuesto por una labor documentativa exhaustiva y cuidada, a un docto le parece verosímil. En concreto en una conversación que mantuve con el profesor de Física Teórica de la UCM Guillermo garcía Alcaine, gran aficionado al género, éste señaló que la presente obra constituía una de las mejores y más solidad obras de CF españolas. Y esa es una buena consideración dado que los gustos específicos de este aficionado son en su mayoría hard, o con relación con la física.


Aguilera y Redal destacan por su sólida formación científica y la obra la han querido modelar a través de la verosimilitud científica que culmina en Akasa-Puspa. Este hecho ha llevado a los autores a centrarse más en el mundo ficcional y en otorgar a ese universo de múltiples tramas, pero ha dejado en segundo plano a los personajes, que pululan por la obra en número excesivo y como meros estereotipos.


Por lo tanto, mis críticas negativas han de centrarse en la narración de la novela, de escasa calidad literaria a mi parecer. Eso es lo que le pido a un libro como filólogo que soy, y aquí

no lo he encontrado, más bien todo lo contrario. Eso sí, en defensa de sus dos autores y de su colaboración -elemento difícil de conseguir- hay que recordar que es una novela de juventud. No obstante, la escritura colaborativa de Aguilera y Redal presenta disonancias, en muchas ocasiones hay una diferencia estilística que hace suponer una pluma diferente. Es probable que intentaran aunar después los fragmentos que diseñaría cada uno de ellos, pero sólo consiguen una aparente sensación de homogeneidad.


Escasez de recursos literarios, en un lenguaje llano y denotativo, con gran carga de diálogos, con gran cantidad de personajes, prácticamente todos planos, y un narrador conservador, heterodiegético y extradiegético (en tercera persona, ajeno a la historia y omnipresente), una estructura lineal, narrada cronológicamente igual a la historia. Eso sí, fragmentaria, pequeño rasgo que la vincula a la modernidad. Estos rasgos definen el estilo de Mundos en el abismo y corroboran lo que vengo afirmando.


También me disgustó que en múltiples ocasiones las declaraciones de los personajes se volvían incluso incoherentes con el carácter que los autores pretenden destacar de los mismos. Junto a este aspecto, pueblan la narración muchas descripciones se vuelven extensas en exceso, compuestas por comparaciones y plagadas de oraciones copulativas que recrean un ritmo monótono y una estructura repetitiva. También se ha criticado el comienzo de la novela, lento y plagado de términos obtusos que dificultan la entrada del lector en el universo ficcional que configura la obra. Perfectamente se podría argüir que se trata de una prueba de fuego para el lector, Un escollo quizá poco aconsejable en un público tan reducido como es el de los aficionados de CF españoles que se animen con una obra autóctona. Desde luego, quien en verdad desee penetrar en esta obra y continuará su lectura para descubrir la compleja trama de Mundos en el abismo. Por mi parte, tanto término anómalo relacionado con el sánscrito vislumbra el rico universo de Akasa-Puspa.


En conclusión, Mundos en el abismo se trata de una novela de lectura sencilla -excepto en ciertos puntos de carga técnica considerable, como durante el estudio de los cintamanis-, dado su lenguaje llano, el predominio de los diálogos, y su trama in crescendo que no tarda en atrapar al lector. Sus desventajas, ya las señalé arriba: un pobre reto a la lectura y una gran dosis de aventuras. Aún así, un de las obras más destacadas de la producción fantacientífica española de lectura imprescindible.


[Fotos tomadas de:

http://untinterodesapphire.blogspot.com/2009_12_01_archive.html

http://www.cyberdark.net/portada.php?edi=6&cod=389]


jueves, 10 de junio de 2010

CUENTOS DE CLARKE


En 1998 El mundo, en acuerdo con Unidad editorial sacó una colección de libros muy finos que llamó “las novelas del verano”. Algunas eran de CF, como la que ocupa este espacio. En concreto el autor elegido es el aclamado Arthur C. Clarke, de quien ya se han tratado anteriormente en este blog sus novelas El fin de la infancia y Cita con Rama. En concreto ahora se abordarán algunos cuentos del escritor británico, aquí englobados bajo el título de el primero de ellos: 'El centinela'. El resto de relatos son 'Antes del Edén', '¿Quién está ahí?', 'En el cometa', 'El pacif
ista', 'El Muro de oscuridad' y 'La estrella'.


'El centinela', famoso por ser la narración precedente a 2001: odisea en el espacio, el film que dirigio Kubrick y cuyo guión escribió en colaboración Clarke y de la cual después escribió varias secuelas. El cuento es breve y no otorga la posibilidad de duda al lector. El narrador, un explorador espacial que encuentra un monolito en el monte Olimpo, en Marte, desvela toda la clave del mismo. El misterio que se mantiene en los libros y en la película sobre el extraño artefacto alienígena en el Centinela era totalmente desvelado.

'Antes del Edén' se salva a mi juicio por la aclaración final, donde se produce un salto de perspectiva por parte del narrador. Aquí se cuenta la exploración en venus. Los astronautas descubren en un abismo una condensación de oxígeno un poco mayor a la habitual. Allí acuden ante la posibilidad de que dicha proporción de aire hubiera generado vida. Hallan un ser vivo, un liquen que se arrastra por el sueño en busca de alimentos. El epílogo es demoledor. El liquen se alimenta de los desperdicios que habían abandonado los humanos tras finalizar sus estudios. En dichos desperdicios había bacterias y nuevamente la ignorancia humana provoca un desastre en el universo, el fin de una nueva vida que eclosionaba en un planeta. La moraleja es clara: el hombre no se haya aún preparado para la exploración espacial.

'¿Quién está ahí?' es un cuento que parece orientarse hacia el terror para terminar con cómicamente. Un astronauta se pone el traje espacial para realizar unos trabajos en el exterior de la nave. Una vez se encuentra en la omnipresente noche comienza a oír extraños ruidos. Le vienen a la mente leyendas de otro colega de profesión que desapareció misteriosamente. Se adueña de él el miedo y, de repente, algo le roza la nuca. Se desmaya y cuando despierta en la nave descubre que es el hazmerrier y que los ruidos tenían una razón lógica: había otro ser vivo en el traje, unos gatitos. Clarke muestra cómo el miedo es parte de la naturaleza humana y puede incluso con los más inteligentes.

En el siguiente cuento, una nave acude a explorar un cometa. 'En el cometa' la nave sufre interferencias en el funcionamiento electrónico y el ordenador no realiza los cálculos correctamente. Cuando los astronautas están más deprimidos porque se ven incapaces de trazar un rumbo de vuelta a la tierra, al protagonista se le ocurre construir un ábaco. Con este artilugio tan antiguo consiguen salvarse y salir de la estela del cometa. Clarke demuestra la fuerza del ingenio humano y de la tecnología tradicional, capaz de seguir compitiendo con todos los ingenios electrónicos modernos. Además, es un aviso para caminantes hacia la excesiva dependencia que el hombre está generando con los máquinas.

'El pacifista' es un relato enmarcado en una narración mayor, ambas sobre el mismo tema, el hombre y la máquina. Si en la que hace marco unos compañeros en un bar se enfrentan a una inteligencia artificial en un juego, en el relato que narra uno de los presentes en la taberna se describe la creación de un cerebro electrónico capaz de generar todas las estrategias militares necesarias que conduzcan a un ejército a la victoria. Pero el proyecto fracasa dado el desacuerdo constante entre militares y científicos. Sin duda, vale más la pluma que la espada. Dicha afirmación se demuestra cuando el lector descubre la venganza del científico, consecuencia del tiránico control al que le sometía el militar director del proyecto.

La narración más extensa es 'El muro de la oscuridad', y también la más fantástica. En un extraño planeta la gente vive sólo en una franja latitudinal, la única que ilumina el sol llamado Trilorne. Al norte los hielos hacen inhóspita la región. Al sur se extiende progresivamente la oscuridad de las tierras sombrías cuya luz no baña Trilorne y que culminan es un formidable muro, construcción de una civilización antigua ya extinta. El protagonista, obsesionado por superar el muro, emplea su riqueza en construir una enorme escalera. El problema es que una vez superado el muro, el misterio no es más que un problema de física, tal y como lo explica uno de los personajes.

'La estrella no sólo cierra la colección, sino que él mismo termina con una afirmación contundente. En breve espacio este cuento posee enorme fuerza. Un padre jesuíta acompaña como astrónomo a una expedición que acuda a la nebulosa del Fénix a estudiar los restos de una supernova. Allí encuentran en un planeta errante desplazado de algún sistema solar los restos de una civilización que, intuyendo el ajusticiamiento al que les sometería el sol, guardaron para no ser olvidados todos sus saberes y riquezas. La fe se tambalea en el jesuíta se queda estupefacto ante el descubrimiento. Porque, al estudiar las cronologías, descubre que coincide con un hecho relevante en la historia de la humanidad. Ese final tan rotundo es la fecha certera que señalaba otro famoso cuentista, Horacio Quiroga, como requisito de un buen cuento.

En definitiva, cuentos cuya lectura se disfruta y que muestran los fuertes del escritor británico, los problemas que plantea a partir de sus conocimientos científico. Éstos destacan por encima de sus deficiencias, cuestiones puramente literarias, ya sea utilizando estructuras más tradicionales, a veces incluso decimonónicas, o presentando personajes planos o vacías, carentes de historia o carácter con lo que con dificultad escapan a simples cliches o tipos literarios prefigurados.

domingo, 23 de mayo de 2010

La Nave, de Tomás Salvador

Tomás Salvador

LA NAVE

Destino, Barcelona, 1939


La primera incursión en el género de un autor consagrado del mainstreim tiene como resultado una de las mejores obras de CF españolas. La obra no es ninguna novedad dentro del género, se incluye en la variante de las naves generacionales, y similar a La nave estelar de Bran W. Aldiss (1958). Aquí Salvador aborda la pérdida de la memoria con la sucesión de generaciones que se van alternando en la Nave.


Salvador se propone, fuera de cuestiones técnicas y científicas, realizar una obra pura de CF mediante la especulación sociológica. En la novela la Nave es el equivalente a Dios, cubre sus necesidades vitales y sus habitantes la adoran con devoción. Esa circunstancia es la que favorece el olvido, la pérdida de la memoria e incluso del valor del tiempo. En la tradición sólo sobrevive la técnica, sin ser entendida. La ciencia se ha perdido por completo. La mente degenera, se pierde la lógica y se convierten en niños, pues se menguan sus fronteras mentales.


La novela se estructura en tres partes bien diferenciadas, incluso por la voz narradora. Los cambios del narrador muestran cierta experimentación y ofrecen dinamismo a la novela que por la historia podía peligrar en un ritmo monótono que hastiase al lector. Este aspecto se corresponde con la enorme preocupación que el autor muestra por el lenguaje y la relación de éste con el conocimiento, que se convierten en un elemento indispensable para la liberación humana, una postura claramente platónica.

La primera parte se narra como un diario, donde conocemos al protagonista, Shim, desde las primeras entradas. Se le ha encargado la labor de redactar el libro de bitácora, tradición que se mantiene, pero cuyo propósito se ha perdido en el paso de las generaciones. Shim nos explica como es la Nave, como se organiza y, después, dada su inquietud, indagará en el Libro, la memoria histórica de la Nave. Así descubre al lector todas las razones que preceden a la situación donde se encuentran, le pone en antecedentes. El conocimiento le crea la duda, el relativismo, debe buscar una explicación a la tradición. De esta forma el protagonista se posiciona ante la degradación sufrida por los habitantes de la Nave, las injusticias del sistema social vigente y la pobreza intelectual que domina tanto a los kros (los poderosos que mantienen la tecnología) como a los wit (los bárbaros e inferiores de los niveles oscuros de la Nave). La última anotación de Shim queda interrumpida cuando debe ir a ver al gobernante Mei-Lum Faro con la intención de convencerle de que se debe mejorar, que se está perdiendo la humanidad de los habitantes de la Nave. La pérdida se ve reflejada en la oscuridad que va tiñendo el interior, en la luces que se apagan progresivamente. Finaliza con una inscripción del ayudante de Shim, Beni, que toma el Libro en una breve entrada para indicar cuál ha sido el destino de su maestro y que el Libro debe ser abandonado.

La segunda parte posee una narración tradicional, en tercera persona, centrada en el protagonista. Aquí Shim es recogido por el pueblo wit tras ser castigado por Faro: le cortan las manos y le destierran. Shim aprenderá a vivir con los wit, descubrirá sus secretos y la fuerza de la supervivencia, que otorga esperanzas al escriba mutilado. Se presenta la paradoja de que los bárbaros son en realidad otro modelo de civilización, un modo de adaptarse a la difícil vida de la nave sin la tecnología que mantienen los kros: su tradición es oral y demuestran la propiedad del ingenio humano ideando nuevos artilugios para mejorar su condición de vida. Con los wit Shim descubrirá la facultad de la luz. Y ello supone el renacimiento tras una etapa oscura y retrógrada que invadía la Nave. La luz disipa las tinieblas de la ignorancia que a su vez genera miedo. Se convierte el portador de la esperanza para los habitantes de la Nave.

La tercera parte, el canto de Natto, es la más floja. Ya en la introducción Salvador alude a la recreación de las literaturas nacionales mediante los cantos épicos. La Nave no podía ser distinta, y el bardo Natto realiza su cantar con los últimos días de Shim, ya nombrado Navarca. La pretensión del autor es realizar algo similar al Cantar del Mio Cid, pero el resultado queda pobre. Ignora casi todas las variantes formales de la épica medieval y se abandona a un verso libre, largo, excesivamente narrativo y, por ende, poco poético. Aunque anisosilábicos, los versos carecen de cesura y no se estructuran en tiradas de rima sonante. Además, Salvador incluye un exceso de pausas dentro de los versos, muchas veces provocando encabalgamientos abruptos, poco visibles en los poemas épicos medievales. En mi opinión dicho aspecto resta valor literario a una idea que originariamente resulta sensacional. Además, Natto adquiere excesiva subjetividad introduciendo y cerrando su canción y ofreciendo muchos rasgos de su carácter, como el de borracho, mujeriego y cobarde.


La importancia de la tradición, donde los prejuicios sociales y el miedo al cambio impiden conocer la realidad que porta el protagonista, se constituye en la base de la novela. Los símbolos de la luz como conocimiento, la relevancia del lenguaje como vía de acceso al mismo son elementos claves en La Nave. La novela destila una construcción bien concienciada, por parte de un autor buen conocedor del género, y no un simple ejercicio de estilo. Salvador era muy consciente de las posibilidades literarias que le permitiría la ciencia ficción, la cual seguiría practicando en años posteriores de su producción literaria, como se observa, por ejemplo, en Marsuf, el vagabundo del espacio, o en la trilogía Y, T y K (Killer).


La calidad de La Nave destaca tan sólo al rastrear su repercusión por el mundo del fandom: los artículos de Alfredo Benítez Gutiérrez (el principal defensor entre los aficionados de la labor de Tomás Salvador en pro de la CF); otro de Carlo Fabretti en el número 44 de Nueva Dimensión (ND), un apartado de Juan Manuel Santiago en Las 100 mejores novelas de Ciencia Ficción del siglo XX; otro artículo de Francisco José Súñer Iglesias en Pórtico 19; el artículo -que recopila los anteriores- de Pedro A. García Bilbao en La Ciencia Ficción Española de ediciones Robel (2002); una tesis de Oscar Casado exclusiva sobre la obra (Interpretación y apertura de una obra española de Ciencia Ficción: La Nave de Tomás Salvador); e incluso el apartado que le dedica Fernando Ángel Moreno Serrano en su tesis (La Ciencia Ficción en España: 1950-2000).


[Imágenes tomadas de:
http://tienda.cyberdark.net/ximg/opImg/bnave.jpg
y http://librodenotas.com/images/546.jpg]

viernes, 9 de abril de 2010

CIENCIA FICCIÓN EN LA ARGENTINA

LA CIENCIA FICCIÓN ARGENTINA
Comp.: Marcial Souto
EUDEBA, Buenos Aires, 1985.

Encontré en la biblioteca una antología de La ciencia ficción en la argentina, compilada por Marcial Souto (EUDEBA, Buenos Aires, 1985). La obra la conforman ocho relatos breves y dos extensos e intenta ofrecer una visión plural del cultivo del género en el país sudamericano. Sin embargo, su lectura me ha decepcionado y el conjunto de la compilación me ha parecido flojo [Sólo juzgo aquí la presente antología, no todo el cultivo del género en Argentina].

Para empezar, varios de los cuentos difícilmente se pueden encuadrar dentro del género fantacientífico. No me molesta que no sean ciencia ficción. Su lectura me ha resultado amena -en especial 'Sinfonía cero', de Carlos Gardini-, pero son, obviamente, relatos fantásticos. Esto crea una impresión de relleno y de falsedad, porque no se acogen a lo que promete el título de la antología.

Por ejemplo, 'Las escamas del señor Crisolaras', de Rogelio Ramos Signes, donde la mujer del protagonista homónimo narra como su marido se obsesiona por matar hormigas en el patio de su casa, remueve la tierra buscándolas, construye túneles y termina por convertirse en una hormiga gigante. Es un relato de transformaciones, una metamorfosis fantástica carente de explicación alguna.

Otro tanto se puede decir de 'La sueñera', de Ana María Shua, estructurado en varios microrrelatos que juegan con la frágil división entre realidad y sueño, creando superposiciones y paradojas entre ambos contrarios. Yo no hallo la ciencia ficción por ninguna parte.

Con 'Quiramir', de Eduardo Abel Giménez, encontramos un narrador ambiguo que vive en una ciudad subterránea porque la superficie del planeta es inhabitable. El género aparece sólo en los aspectos del futuro apocalíptico, pero en el fondo toda la narración es alegórica, así lo aclara el narrador al final del relato, cuando pone al descubierto incluso el propio proceso creativo:

“Podría decirte que Quiramir no es nada de lo que te estoy describiendo, sino un lugar vacío, un papel en blanco, donde se puede escribir lo que uno quiera con la seguridad de que, dentro de ese marco, lo que uno diga sea cierto, aunque no más concreto que los proyectos de un insomne [...]. Puede ser tu propia ciudad la que pretendo mostrarte, cuando te encuentro en medio del Puente de los Artesanos y te saludo levantando la visera de mi casco” (152).


Más estupefacto me dejó la lectura de 'Sobre las rocas', de Elvio E. Gandolfo, donde se cuenta la vida de un señor gordo que vive en una rocas de una playa alejada de una pequeña población de pescadores. Un día el hombre se queda solo porque los pescadores y los niños que solían pasar por allí no vuelven. Tras un largo periodo, aparece una vieja, que se ríe de él constantemente. Al final el gordo pregunta a la vieja que fue de los demás, y ésta responde que todos murieron. De ello se deduce una especie de apocalipsis o fin de la humanidad y que ellos son los dos únicos supervivientes.

La misma reacción me produjo 'Carteles', de Sergio Gaut Vel Hartman. Un hombre sale de casa y en la calle está rodeado de constantes carteles publicitarios. De repente estallan las luces y llega la oscuridad. Todo el mundo se asusta menos él. Entonces un cartel anuncia el inicio de una nueva realidad y nuestro protagonista se ha transformado en un cartel publicitario, lleno de etiquetas. Da la impresión de que ha atravesado el espejo, que ha pasado a la otra realidad, pero ese final queda abierto a la opinión del lector.

El relato más extenso de todos, 'Sinfonía cero', de Carlos Gardini, se subdivide en pequeñas historietas sobre un lugar extraño y acrónico (el tiempo no existe): la Llanura. Su llegada al lugar se produce porque sí, sin explicación, ni método ni tecnología alguno. El estilo me ha recordado a The Martian Chronicles, de Bradbury, pero no así el contenido. Cada historieta se transforma en una crítica encubierta de algún aspecto de la sociedad: la insatisfacción, la guerra, la vejez, la hipocresía... Es curioso por la cantidad de paradojas que presenta y los ricos juegos de palabras que contiene.

Para otro de los autores, Eduardo Goligorsky, la ciencia ficción es un pretexto para dar pie a sus pulsiones ideológicas. No obstante, su relato, 'En el último reducto', está narrado de forma ingeniosa porque se plantean dos planos superpuestos, con dos narradores diferentes cada uno, y además ofrece sólo un fragmento de vida, el final del protagonista. La historia está, por tanto, llena de vacíos que el lector debe completar.

De mediocre calidad, pero divertido en su lectura, es el relato de Alberto Vanasco, 'Post-bombum', que abre una vía hacia el humor. Los supervivientes a un apocalipsis se unen para reconstruir los saberes de la humanidad a base de yerros y falacias. El resultado es un cómico puzzle donde la mitad de las piezas faltan y la otra mitad han encajado forzosamente.

También hay espacio para la metafísica, con el relato de Juan Jacobo Bajarlia, 'Los sueños del innominado'. En mi opinión es un tributo a Starmaker, de Stapledon, con una entidad suprema, inaprehensible, que sueña consigo misma y termina por destruir la eternidad para no enfrentarse a su otro yo del sueño.

Considero que el mejor relato de la colección es 'Bajo las jubeas en flor', de Angélica Gorodischer. Aquí se nos narra la historia de un explorador espacial que es encerrado en un asilo mental del planeta que visita, y sin saber la razón. Va fraguando un plan de fuga, pero su convivencia con los otros internos, a quienes no entiende en absoluto, empeora. Las prácticas de éstos le desorientan, pues hablan de temas banales durante todo el día, y por la noche realizan orgías homosexuales. Los presos se organizan por grupos, cada uno dirigido por un venerable anciano. Cuando el anciano escoge al protagonista para ser sodomizado por el resto, éste se revela y asesina al sabio. Al día siguiente se enteran las autoridades, y dada la gravedad del delito (el asesinato no tenía precedentes en ese planeta), el protagonista es obligado a abandonar el planeta en su nave.

Dos aspectos me parece que se repiten en muchos de los relatos aquí recogidos. El primero es que la mayoría de ellos presentan un final abierto que obliga al lector a cerrar la historia o a reconstruir los que está sucediendo. El segundo es la gran carga de fantasía que tienen, que creo se debe a la tradición literaria del país y menciono en este punto, por ejemplo, a Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares o Julio Cortázar, y del vecino Uruguay a Horacio Quiroga.

También hay dos elementos que sí quiero destacar se esta antología. El primero es la 'Introducción', donde Marcial Souto nos esboza con tres breves pinceladas la historia del género en la Argentina, y la segunda son las entrevistas que siguen a los relatos, donde se puede conocer mejor a los autores, pues hablan de su modo de trabajar, sus opiniones sobre la ciencia ficción, sus fuentes literarias y su postura ideológica.

jueves, 4 de marzo de 2010

CRÍTICA A AVATAR

Mucho ha sorprendido la nueva película de James Cameron. Muchas críticas y reacciones de muy diversa índole ha despertado a lo largo y ancho del planeta. Sin duda, por sus espectaculares efectos especiales y el gran trabajo que han supuesto, merece los elogios que recibe. Sin embargo, tras analizar detenidamente el film, mi valoración no es tan positiva, pues el argumento me parece ramplón y propio de una space-opera.

En gran parte parece una film de sobremesa. La historia es de lo más simplona y predecible. Yo la reduzco al argumento de una película de indios y vaqueros, o más concretamente la historia de John Smith y la indígena Pocahontas. La diferencia es que aquí la clave fantacientífica da pie a Cameron para una reinterpretación de la historia donde son los indios los vencedores, o, interpretándolo en otro nivel, la victoria de las fuerzas de la naturaleza frente a la tecnología. También puede verse como una crítica al colonialismo, que recuerda a ese maravilloso diálogo del personaje Snaut en Solaris, de Lem (también citado anteriormente en este blog):


“No queremos conquistar el cosmos, sólo queremos extender la tierra hasta los lindes del cosmos. Para nosotros, tal planeta es árido como el Sahara, tal otro glacial como el Polo Norte, un tercero lujurioso como la Amazonia. Somos humanitarios y caballerosos, no queremos someter a otras razas, queremos simplemente transmitirles nuestros valores y apoderarnos en cambio de un patrimonio ajeno. Nos consideramos los caballeros del Santo Contacto. Es otra mentira. No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos” (Pág. 87-88. Edición de Minotuaro)


En este aspecto, lo más curioso que me resulto de Avatar fue el concepto de la conexión sináptica entre el mundo aborigen y su fauna animal, lo que justifica esa presencia espiritual de la naturaleza, que domina incluso la mística de los indígenas. Todo en Pandora está supeditado a la Diosa Madre, la Naturaleza, la enemiga de la tecnología, que es la intrusa traída los humanos.

Indudablemente, lo más especial es el espectáculo visual que presenta, con una rico cromatismo y una naturaleza rica y misteriosa en un ecosistema coherente y equilibrado. Desde luego, este aspecto me recuerda lo que hace especial a su director, su minuciosidad en los pequeños detalles. Como ejemplo, rememoro, en Terminator II, la imagen en que el terminator, interpretado por Schwarzenegger, saca la recortada de la caja de rosas, las cuales caen al suelo y después el ciborg pisotea una de ellas.

En mi opinión, prefiero esta otra obra en la filmografía de Cameron que su nueva creación. Terminator II es una película de acción con una reflexión detrás, en especial gracias al personaje de Sarah Connor (Linda Hamilton). Con las imágenes de la carretera de fondo, ella se pregunta acerca del futuro, si el destino del hombre está fijado de antemano, si nos queda libre albedrío en nuestra vida, si somos nosotros los que forjamos el mañana.

En conclusión, Avatar tiene mucho de bombo y poco de sustancia, un caramelo de envoltorio llamativo, pero insípido. Personalmente, he disfrutado más con películas de menos efectos especiales, pero argumentos más sólidos y reflexivos. Recomendaría ver esta película, pero no la incluiría en mi filmografía selecta del género fantacientífico.

domingo, 31 de enero de 2010

EL OTUSIDER

Revisión de los clásicos:
Mi nombre es legión, de Roger Zelazny.


Constituido por tres relatos, Mi nombre es legión, de Roger Zelazny, presenta varios trabajos de su narrador protagonista, un outsider que sobrevive ajeno en un mundo donde todo está registrado y controlado. Sin duda, un problema que se vislumbraba en la época en que el autor escribió el libro, pero que resulta más acuciante en nuestros días.


Como señalaba en el párrafo anterior, desde el primer relato el protagonista se presenta como un outsider, individuo ajeno al sistema, que entra y sale de él según su conveniencia. Cada una de las tres historias que componen este libro corresponden a un trabajo que le encarga su contacto con el sistema. No se trata del individuo que desde fuera puede presentar una óptica más crítica del sistema dominante, sino que su pretensión es sencilla: simple supervivencia. Cualquier crítica al sistema imperante queda ajena al protagonista, aunque encubierta en la novela.


La primera de las historias comienza in medias res (a la mitad) y después, mediante una larga analepsis (fashback o salto hacia atrás en la narración) se nos narra el cómo y el porqué de la situación inicial que resulta desconcertante al lector, es decir, se narra cómo el protagonista evade el registro masivo que realiza el sistema para tenerlo todo bajo su control y cómo después empieza a trabajar como agente fantasma, para concluir con la explicación de su actual trabajo, un extraño proyecto llamado RUMOKO, que da título a esta parte de la obra. Dicho proyecto pone en peligro la integridad de casco protector de algunas ciudades construidas en el fondo del océano.


El relato toma diversos elementos policiales y nos encontramos con el protagonista que pretende desvelar una posible sabotaje, pero en este caso, igual que en las otras dos historias, la resolución resulta azarosa, no fruto de la labor del protagonista, sino más bien como golpes de suerte, lo cual redunda en la cualidad del personaje mencionada más arriba: su capacidad de supervivencia.


El segundo relato nos presenta un centro de investigación con delfines cuya inteligencia ha sido mejorada. A estos mamíferos acuáticos se les acusa de asesinar a uno de sus cuidadores y el protagonista debe investigar y demostrar su inocencia. Por medio de una telépata, defensora de estos animales, el protagonista descubre un trío amoroso y un negocio lucrativo de diamantes procedentes de un barco hundido. Al final el motivo del crimen son los celos y la avaricia de los cuidadores, y los delfines quedan absueltos. A mi juicio ésta es la más floja de las tres historias, sin mencionar la farragosa y densa conversación entre el personaje principal y la telépata.


Finalmente, la última parte, 'la vuelta del verdugo', destaca sobre los otros dos relatos, los cuales parecen un complemento diseñado por el autor para transformar un relato breve en una novela. En esta ocasión el protagonista es contratado para proteger a un político que trabajó en un proyecto de robótica con fines de exploración espacial. En dicho proyecto dieron origen a una IA, similar a la humana, que tras una crisis moral, decide retornar a la Tierra para acabar con sus creadores.


En esta ocasión se observa un precepto prototípico de la ciencia ficción que da lugar a que el autor, mediante el diálogo de sus personajes, se explaye en detalles sobre la creación y desarrollo de la IA. Los personajes aparecen con una mayor profundidad psicológica y el protagonista presenta una mayor vinculación con el caso, dado que esta vez se relaciona con su pasado, la vida previa a su situación de outsider.


También aparece una reflexión más detallada sobre el sistema de registro total que dicta en el mundo de la novela y contra el cual el protagonista se revela viviendo al margen, aunque este detalle se repite con el del relato inicial, donde mencioné que se narran los orígenes del protagonista de la obra, el extraño sin nombre.


[Imagen proveniente de: http://www.velero25.net/images/2004/jul2004/legion146.jpg]