miércoles, 15 de octubre de 2008

EN DEUDA CON LOS CLÁSICOS

Metrópolis, del director alemán Fritz Lang y con guión de su mujer, Thea Von Harbou, se estrenó en 1927. Con cerca de 40.000 extras, esta soberbia creación supone un segundo estadio en el nacimiento del cine de CF, después de los pasos de George Melléis. Pero mayormente, este filme alemán supuso una revolución absoluta de los efectos especiales cinematográficos mostrando una urbe de dimensiones colosales coronada de grandísimo rascacielos, amplias calles saturadas de vehículos y trenes velocísimos surcando los cielos. Un espectáculo visual sin precedentes y sorprende todavía en nuestro tiempo.

Ficha Técnica
Alemania, 1926
Título original: Metropolis
Dirección: Fritz Lang
Guión: Fritz Lang y Thea von Harbou, basado en la novela homónima de Thea von Harbou
Producción: Erich Pommer
Música: Gottfried Huppertz
Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau, Walter Ruttmann
Reparto: Alfred Abel (Johhan Fredersen); Gustav Fröhlich (Freder Fredersen); Brigitte Helm (Maria/The Machine Man/Death/The Seven Deadly Sins); Rudolf Klein-Rogge (C.A. Rotwang, der Erfinder); Fritz Rasp (Der Schmale/Slim); Theodor Loos (Josaphat); Erwin Biswanger (Georg - No. 11811); Heinrich George (Grot)
[Sitio de Ciencia Ficción: http://www.ciencia-ficcion.com/pelis/pmetropol.htm]





Argumento. El filme se desarrolla en el año 2026, en una ciudad-estado de enormes proporciones llamada Metrópolis. La sociedad se ha dividido en dos grupos antagónicos y complementarios: una elite de propietarios y pensadores, que viven en la superficie, viendo el mundo desde los grandes rascacielos y paisajes urbanos, y una casta de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. […] Éstos últimos, incitados por un robot se rebelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie. Pero Freder, hijo del dirigente de Metrópolis, con la ayuda de la hermosa María, de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor (Wikipedia, enciclopedia libre).

Se trata de una distopía futurista que recuerda en gran parte al eslabón anterior que H. G. Wells presenta en su novela “La maquina del tiempo” cuando explica el origen de las dos especies: Elois y Morlocks. Aún así, posee diversas interpretaciones políticas que pueden relacionar la película tanto con ideas marxistas (sociedad clasista y lucha de clases sociales), ideas nazis (idéntica estructura económica corporativista que defendía el programa del Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores de Alemania, el NSADP), y ciertos tintes del cristianismo como la historia de la torre de Babel que aparece en la mitad del filme. Sin duda, Metrópolis presenta la confrontación entre clases sociales a través de una crítica al capitalismo y a sus consecuencias alienantes.
Aún así, su interpretación queda abierta y la película encuadrada en la denominada CF política. A juicio personal, todo ello me parece un paralelismo de la convulsión de la sociedad alemana de la república de Weimar durante los años veinte.

Bajo el lema final de "Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein" (mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón) queda expresado el objetivo último de la película, una apelación al sentimiento amoroso como motor del planeta. Muchas son las cacotopías que en el mundo de la CF terminan por colocar el amor como solución o como motor de cambio de las sociedades frías y enfermas que dibujan, como, por ejemplo, “Nosotros”, de Zamiatin, donde el protagonista se enamora de una disidente, o “Fahrenheit 451”, de Brabury, donde el amor del protagonista por una lectora hará surgir en él sentimiento de aversión por su trabajo y por la vida en la que vive. A veces el amor no consigue solucionar el problema y se presenta una visión tenebrosa y apocalíptica como el caso de “1984”, de Orwell, donde el amor de los protagonistas es totalmente aniquilado mediante agónicas torturas que revuelven el estómago incluso al mismísimo lector de la obra.

Pero más que la historia, hay que resaltar de esta película, como señalé en la introducción, que supone un espectáculo visual sin precedentes y que constituirá la base del cine de CF y de la recreación del futuro por parte de muchos directores y escritores venideros cuya deuda con Lang es elevada. El film recrea espacios agobiantes, máquinas todopoderosas que alienan al hombre, robots de aspecto humaniode, grandes edificios que desafían el cielo, trenes que corren a altas velocidades por carriles construidos a gran altura de la superficie, calles abarrotadas de vehículos, el oscuro y dantesco subsuelo donde habitan los trabajadores, etc. La recreación futurista es, indudablemente, lo más sorprendente, incluso en los tiempo que corren.
Una visión fruto del expresionismo alemán que parece preconizar el aspecto de las urbes de nuestro presente.


A pesar de los problemas iniciales, como el escaso nivel de taquilla, las críticas negativas en la época y cierta desilusión del director con respecto a su propia creación, Metrópolis es considerada a día de hoy película de culto e icono del siglo XX, por lo cual es indispensable su visualización para cualquier fan de la CF o del cine que desee ahondar mínimamente en su hobby.

[Bibliografía digital consultada:

http://es.wikipedia.org/wiki/Metrópolis_(película)

http://www.ciencia-ficcion.com/pelis/pmetropol.htm (También tomadas de aquí las imágenes)

http://www.clarin.com/diario/2008/07/02/um/m-01706863.htm
http://cinematofilos.com.ar/2008/09/el-malo-de-metrpolis.html]

viernes, 29 de agosto de 2008

EL JUEGO DE ENDER

Me vendieron a Orson Scott Card (Richland, Washington, 1951) como un nuevo Asimov con libros de rápida lectura y trama compleja que enganchan de principio a fin. Al final me animé con su obra más conocida: El juego de Ender (Premio Nebula en 1985 y Hugo en 1986). Pese a las adversidades de una detestable traducción, puedo decir que el juicio no queda desencaminado con la realidad.


A modo de sinopsis, Ender es un niño superdotado que una especie de gobierno mundial requiere para salvar a la humanidad. Es el tercer hijo en una sociedad donde existe un férreo control de la natalidad, y posee un hermano mayor demenciado. Ante esta situación Card genera toda una compleja trama donde cada capítulo es una pequeña historia –se estructura la novela con breves historias individuales interrelacionadas por la figura del protagonista- y en los cuales el autor nos dosifica lentamente la información hasta que al final cuajen todas las piezas. Asistimos a la progresión del protagonista que es instruido para convertirse en un líder militar, el adalid de la humanidad frente a la amenaza de una sociedad de insectos.


No es la primera vez que me hallo ante una obra de CF que desarrolla una sociedad conformada por insectos. La idea del desarrollo de la inteligencia por parte de insectos con una especie de mente colmena se puede remontar en la historia del género. Encontramos casos como los bichos de la obra Starship Troopers (brigadas del espacio), de Robert A. Heinlein, o incluso la raza alienígena de los Borg, en Star Trek. Lo que sí me ha alegrado y no negaré este éxito en O. S. Card es el paso que da en el desarrollo de la mente colmena. Los insectores no tienen lenguaje y se provoca un enorme error de comunicación en todo momento entre seres humanos e insectos que conlleva tres cruentas guerras. Nuevamente se presenta la incomunicación como síntoma de la ignorancia del ser humano sobre el inmenso universo.


Respecto a la organización del gobierno sobre la tierra, el autor presenta una escasa visión de futuro. Aunque esté escrito en a principios de los ochenta, es difícil imaginar que no previera el fin de la URSS y que, además, presente una hegemonía comunista en la vieja Europa. Esa parte me costó asimilarla, y más desde una óptica presente. Por otro lado, también éste es un detalle a enmarcar en la CF, y sin remontarse a muchos clásicos, aquí en España ya encontramos numerosos autores que plantean la disyuntiva capitalis­mo/comunismo como dos bloques antagónicos siempre en conflicto.


Fuera de aspectos referentes al contenido, hay que admitir que el autor es un experto en el trato psicológico de los personajes. Además, resulta anodino el ambiente que genera al tratar los juegos de guerra en los que Ender participa, de una descripción sublime, verosímil que casi lleva al lector a flotar el también en la ingravidez de la sala de batalla. Y por si fuera poco, es ésta una novela pionera en el tratamiento de la realidad virtual.


En definitiva, coincido con cientos de opiniones que preceden a la mía y otras tantas que vendrán que este prolífico autor estadounidense de pluma hábil, narración sencilla y llevadera y trama envolvente puede considerarse, pese a la cercanía del tiempo, como un clásico del género y su obra El juego de Ender como una lectura aconsejada, en especial para lectores iniciados en la CF.


[Fotos tomadas de:

http://www.alohacriticon.com/viajeliterario/article1183.html

y http://psychocorp.net/criticorum/book/el_juego_de_ender/162/]

miércoles, 25 de junio de 2008

EL ENIGMA VASCO

Revisión de “Gu ta Gutarrak”, de Magdalena Mouján Otaño.

La revista Nueva Dimensión dio cabida en sus páginas a autores españoles y también latinoamericanos, luchando contra la incomunicación que provoca el Gran Charco. En su número catorce publicaron el relato breve “Gu ta Gutarrak” (Nosotros y los nuestros), de la autora argentina Moujan Otaño. De tema fantacientífico y estilo paródico, esta obrita no fue del agrado de los censores franquistas, quienes decidieron secuestrar la publicación y casi provocar la ruina de esta revista a la que tanto debemos los fans de este género en España.

Es absurdo. El relato no hace daño a nadie. No es peligroso. Su secuestro debió motivarse por la ignorancia de los censores franquistas, que no entendían nada de lo que leían. No es más que una parodia, sobre un enigma científico, un oscurantismo histórico aún no desvelado. ¿Cuál es el origen del euskera? Magdalena Moujan Otaño nos ofrece una cómica versión del asunto que, por lo menos, alegra el espíritu.

Sorprende el estilo y conocimientos de la cultura vasca por parte de una argentina. Supongo que realizó una labor de documentación amplia, aunque el relato presenta varias incongruencias y posee una exageración del habla típica del País Vasco, dado que en todo momento la autora cambia el orden habitual de las frases en español. Tan potenciado está este aspecto que muchas veces más que registro vasco, el que habla parece el maestro Yoda.

Por lo demás, aseguro que su lectura resulta divertida, amen de entretenida. Siendo yo oriundo de Euskal Herria, me reí de lo lindo con la visión de la argentina. Es irreal, sí. La ciencia ficción siempre es más ficción que ciencia, pero resulta cómico ver a un grupo de vascos construir una máquina del tiempo y remontarse años atrás para descubrir su origen. El final lo presenta la autora, cómicamente, encubierto en la narración. El lector debe avisparse para obtener la conclusión lógica: los vascos proceden de sí mismos.

[Imagen obtenida de www.eke.org/es/euskal_herria]

LOS LÍMITES DEL CYBERPUNK


La CF no puede negar la deuda contraida con William Gibson a partir de “Neuromante” (Neuromancer, 1984). Es una compleja presentación cacotópica realizada desde muchos de los preceptos de la llamada posmodernidad: el protagonista antihéroe que lucha únicamente por sus supervivencia dentro del sistema; la información como fuente absoluta de poder y control; el desarrollo de nuevas tecnologías como la IA; neologismos hoy plenamente aceptados como ciberespacio; un lenguaje nuevo para una realidad nueva, etc.

Estamos de acuerdo. El cyberpunk ha revolucionado los planteamientos de la CF y ha creado una visión futurista más cercana al presente y hasta cierto punto más verosímil. Gibson nos ofrece en su obra un mundo amplio, lleno de posibilidades. Él centra su novela en un aspecto concreto, dado que la intención de construir una novela global no sólo resulta una tarea ardua y penosa, sino con excesiva probabilidad un fracaso rotundo para un escritor novel.

Ideado el universo, quizás el elemento más difícil del proceso, lo que ofrece son unas nuevas reglas de juego. Además, éstas no son fijas, si no, lo que terminamos por hacer serían reproducciones de la obra gibsoniana. Nos convertiríamos en meros imitadores. Prácticamente este espectáculo es el que hasta ahora he encontrado en las versiones cyberpunk realizadas en la literatura de CF española, y me remito en caso concreto a: “Un jinete solitario”, de Rodolfo Martínez (en DÍEZ, Julián. Antología de la Ciencia Ficción española 1982-2002. Barcelona, Minotauro, 2003); o “La traición de Judas”, de Joaquín Revuelta Candón; o “Argos”, de José Antonio Cotrina (los dos últimos en VV. AA. Certamen Alberto Magno de Fantasía Científica 2006. Bilbao, UPV, 2007).

No se debe recrear el mismo aspecto del universo del cyberpunk una y otra vez. Considero que las opciones de juego son más ricas. Sí que se debe mantener cierta estética decadente y oscura, de corte distópica; un exceso de tecnología; neologismos sin explicar; personajes decadentes o en proceso de convertirse en ello, siempre víctimas de sus circunstancias, de un mundo que no comprenden, sin poder revelarse; el poder de una economía globalizada irreductible que lo controla todo como el Gran Hermano de Orwell; el ciberespacio contra la realidad, etc.

No encuentro mejor posibilidad que el ciberespacio para jugar con conceptos técnicos de la literatura como realidad y fantasía, porque, en ese mundo tan tecnologizado y herrumbroso frente al otro digital frecuentado por Inteligencias Artificiales, ¿quién diferencia entre sueño y vigilia? ¿Qué es qué? ¿Acaso la realidad digital se convierte en mayor verdad que la realidad tangible y analógica? Las fronteras de los mundos se difuminan. Entra la confusión, tanto para escritor, personajes y lector, hasta el punto en que resulte difícil diferenciar entre ambos planos.

Quizás el ejemplo que mejor llegue a ilustrar mis palabras está en la película “Desafío Total” (Total Recall, 1990), porque transcurre toda la película y siempre permanece en el espectador la incógnita de si el protagonista vive realmente la aventura o todo es parte de la proyección holográfica que solicita al comienzo del film.

Ésta idea me propongo realizar en el nuevo relato que estoy escribiendo. No sólo abarcar el cyberpunk, sino usarlo como herramienta para algo más. Espero que el resultado merezca la pena, aunque todavía es pronto para afirmarlo.



[Imagen obtenida en http://lacomunidad.elpais.com/blogfiles/da-go-agu/cyberpunk_symphony.jpg]

jueves, 8 de mayo de 2008

Un ahogado grito del océano; un tímpano sordo del hombre.

Revisión de Solaris, de Stanislav Lem


Por fin tuve el gusto de leer una tradicional novela de CF de este aclamado autor polaco que tan recientemente nos ha abandonado. Lem (1945-2006) es un afamado escritor de CF, de tono satírico y filosófico. Esta obra, publicada en el año 1961, es una de sus más celebradas creaciones.

Javier Negrete resume así el argumento:

En esta novela, de ambiente claustrofóbico y obsesivo, hay tan solo tres personajes humanos. Pero el principal protagonista es el propio planeta, Solaris, un mundo cubierto por un inmenso océano de una extraña sustancia, con no menos extrañas propiedades, que parece ser un único organismo vivo y sintiente. Durante muchos años, los científicos han intentado desentrañar el misterio de Solaris, comprender las fascinantes estructuras que se originan en su superficie e incluso trabar contacto con la ¿posible, supuesta? mente del planeta. Pero en el momento de la novela, se ha renunciado prácticamente a este empeño. El principal protagonista humano, Kris Kelvin, llega a la estación Solaris para sustituir a uno de sus tres ocupantes y averiguar en qué circunstancias ha muerto. Allí, descubrirá que los dos miembros del equipo que sobreviven se encuentran al borde de la locura, y que en la estación hay otras extrañas presencias, fantasmas convertidos en carne y hueso de los que no se puede huir. Él mismo recibirá una visita de su pasado, Harey, una mujer a la que en un tiempo hizo daño y que ahora el propio planeta parece haber materializado para Kelvin. ¿Cuál es el propósito de estas creaciones? ¿Estudiar a los hombres, comunicarse con ellos, permitir que los hombres estudien a Solaris?” [J. Negrete, El auténtico sentido de la maravilla, en http://www.gigamesh.com/criticalibros/solaris.html]

Desde luego, la temática de esta novela se puede encuadrar en el llamado “primer contacto”, y, según han declarado muchos, posee un cierto parentesco con la novela de Arthur C. Clarke “Cita con Rama” [Rendeviouz with Rama]. El universo es un espacio infinito donde los escritores de CF dejan volar su imaginación para crear todo tipo de seres. El escritor polaco nos propone un primer contacto fallido. La clave de la novela es la incomunicación, la cual se muestra en todos los niveles.

La criatura o semidiós de Solaris es un ente tan ajeno a la prepotencia y la limitación mental humana que resulta incomprensible su comportamiento en toda la novela. Es el protagonista y actúa como personaje encubierto. Moviliza la trama y sin embargo, él siempre es observado en la novela. La incomunicación con el océano queda también patente en las largas diatribas con cierto aire escolástico que nos presenta Lem a modo de ensayo sobre la denominada ciencia solarística. Cientos y cientos de hipótesis incomprobables e irreconciliables se aglutinan en la biblioteca que frecuenta el psicólogo Kris Kelvin.

Otro de los elementos más destacables de Lem es, sin duda alguna, la ironía patente en su pluma, en especial, al describir la aprehensión humana de la realidad como “nuestra comprensión prehistórica, grosera, antropomórfica del mundo de alrededor” (Stanislav Lem -1961-, Solaris, pág. 197. Edición Clásicos Minotauro, 2008). O, si se prefiere, en palabras del propio personaje Snaut: “Evitamos decirlo, por pudor, pero en algunos momentos pensamos muy bien de nosotros mismos. Y, sin embargo, bien mirado, nuestro fulgor es puro camelo. No queremos conquistar el cosmos, sólo queremos extender la tierra hasta los lindes del cosmos. Para nosotros, tal planeta es árido como el Sahara, tal otro glacial como el Polo Norte, un tercero lujurioso como la Amazonia. Somos humanitarios y caballerosos, no queremos someter a otras razas, queremos simplemente transmitirles nuestros valores y apoderarnos en cambio de un patrimonio ajeno. Nos consideramos los caballeros del Santo Contacto. Es otra mentira. No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos” (Pág. 87-88, Ibidem.). Ésta es la incomunicación humana con la realidad desconocida y nueva.

Tampoco se produce un entendimiento adecuado entre el protagonista y la aparición, o entre los miembros de la expedición, cada uno aislado en su propio refugio de la estación y en una evasión continua de cualquier contacto directo. Incomunicación dentro del propio protagonista, que lucha por entender medianamente su vida y por comprender cuáles son sus verdaderas intenciones vitales.

Como nos declara Jordi García:

“Al terminar de leerla la inquietud de lo leído permanece en los recovecos del alma, recordándonos que el Universo, a fin de cuentas, permanecerá siempre misterioso, y que la naturaleza, en su pasiva existencia, es tanto más aterradora en tanto en cuanto no se la puede vencer, en tanto en cuanto su inexorabilidad nos pone ante los ojos el espejo de nuestra propia insignificancia en el cosmos.” [Jordi García, en http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00246.htm, con fecha de 27 de diciembre de 1999]

Bien, llegados a este punto, termino con mi alabanza del contenido. Pero si me adentro en la forma mi opinión varía. Lem consigue crear el ambiente claustrofóbico, el silencio terrorífico y la soledad perpetua en medio del universo que recorren casi todas las páginas de la novela con un lenguaje eficaz. Sin embargo, considero un error el tratamiento de la novela mediante un narrador protagonista. Durante toda la primera parte, a mi juicio, la obra peca de un exceso de acciones en primera persona que dañan el progreso de la narración y la vuelven excesivamente egocéntrica.

Desconozco la literatura polaca y la tradición de los cuentos fantásticos de los países del este que influyeron en la prosa de Lem, pero creo que la elección de un narrador protagonista conlleva un relato más introspectivo, más psicológico y, en cambio, durante la primera parte Lem se mantiene en el exterior de Kelvin, relatando lo que hace, lo que dice, lo que gesticula, pero, prácticamente, sin centrarse en sus pensamientos, miedos, opiniones, ideas, etc. Cuestión que va remediando a medida que Solaris le obliga a participar en su juego, a medida que el lector va descubriendo cómo es el protagonista.

Tampoco parece que sea el único en apreciar este detalle, dado que el cibernauta Reginairae Señala: “Lo he notado más bien frío en lo tocante a las emociones. Cuando Kelvin recibe la visita de la que parece su mujer (aunque él descarta enseguida tal posibilidad, en buena lógica), no se nos describe la tormenta emotiva que esto podría haber causado. Su relación con esa Harey que no es Harey parece más bien de recelo, aunque al final del libro él declara que la ama. No obstante, eso no se aprecia. Los sentimientos no están bien tratados en la novela. Lem no parece interesado en profundizar en la historia de amor de ellos, ni la presente ni la pasada.” [Críticas liteararias: Solares, de Stanislav Lem, en http://reginairae.blogcindario.com/2005/10/00227-solaris-de-stanislav-lem.html, con fecha de 10 de octubre de 2005]

Como conclusión, que Solaris es una obra de lectura obligatoria para un aficionado es algo que queda patente, pero no por ser Lem un gran escritor. Dado que éste no se merece un completo halago, sino una crítica correcta y constructiva.

lunes, 10 de marzo de 2008

REVISIÓN DE "EL MUNDO DE YAREK"


Elia Barceló (Alicante, 1956), profesora de hispanística en la universidad de Innsbruck (Austria), es una de las escritoras más conocidas en el núcleo de plumas revolucionarias de la CF española de las dos últimas décadas del siglo pasado. Esta pequeña novela, ‘El mundo de Yarek’, le permitió a la escritora obtener el cotizado Premio UPC en el año 1991.

Encontré esta obra en la biblioteca y dado que últimamente me escasea el tiempo de lectura, me he de conformar con relatos cortos antes que con novelas extensas. Sin ánimo de menosprecio, sino todo lo contrario. Los relatos también pueden ser formidables, pues, como decía Cortázar en un símil con el boxeo: “La novela gana por puntos, pero el relato gana por KO”.

No es la primera obra que leo de esta autora. También leí un relato breve titulado ‘La estrella’, recogido en la antología de Julián Díez: “Antología de la Ciencia-Ficción española (1982-2002)”. Dicho cuento me dejó buen sabor de boca, pero no puedo realizar la misma valoración acerca de la obra que aquí nos atañe.

La narración es fluida, el léxico cuidado y los tiempos verbales correctos. Además, posee frases muy bien construidas e imágenes muy poéticas. Pocos errores en el texto, más allá de alguna recóndita repetición inconsciente. El estilo es claro y de vez de encunado realiza recursos estilísticos allí donde el texto lo solicitaba.

La trama también está bien desarrollada. Sin la necesidad de parafernalia tecnológica, Barceló narra una historia muy humana: un exilio, una soledad infinita. El abandono que sufre el protagonista en un planeta olvidado durante veinte años, aunque sólo dos de ellos nos son contados.

El progreso de la narración y la presentación de los acontecimientos, de la vida del planeta y de sus variables estaciones dotan al relato de fuerza y de cuerpo. A través de Yarek vamos conociendo progresivamente las causas de su situación y su exploración del planeta y acomodo a éste, hasta que llegue un punto en que se considere colonizador y llame al lugar con su propio nombre: el mundo de Yarek

Pero la escritora nos muestra un final francamente decepcionante. Da la sensación de que no sabía como cerrar la historia. Más allá de las posibilidades de un final abierto, que perfectamente hubiera funcionado cuando Yarek desconecta su localizador y niega con ello su regreso a la civilización, la escritora podría, recurriendo al mismo giro inesperado de que todo fuese ficción en una cámara crioestática, haberlo realizado de alguna otra manera más rica.

Barceló recurre a una subtrama política un poco superflua entre los miembros del Tribunal Supremo, deliberando sobre el futuro de Yarek, al cual vemos en su cámara crioestática. La conversación en gran parte se pierde en derroteros poco claros, entre las discordias de los propios miembros, el caso Yarek y la presión encubierta del Gobierno.

Para mi gusto toda esa parte sobra. Deja mal sabor de boca al lector. Pierde fuerza y, principalmente, la gran fuerza de los relatos es el final. Primero: hay un cambio de vista radicalmente distinto al que se había mantenido durante el resto del relato. Segundo: tiene cierto aire de epílogo para cerrar el relato. Tercero: pretende ser una explicación completa de lo sucedido desde una nueva perspectiva que resultaba innecesaria. Cuarto: aparecen nuevas voces diferentes a la anterior y ligeramente confusas para el lector. Probablemente puedo acuñar más razones, no obstante tan sólo deseo dejar constancia de que este cierre es mejorable en todos los sentidos.

Lo mejor es aprender de los errores ajenos y recordar que el final una parte esencialmente importante del relato y merece un clímax que otorgue fuerza a la obra y sacie los deseos del lector.

lunes, 11 de febrero de 2008

Cuando los mundos chocan



Esta genial y clásica película de Ciencia Ficción no podía estar más en boga hoy dado que está programada la realización de un remake de esta joya fílmica que será producida por Steven Spielberg y dirigida por Stephen Sommers, conocido por malas producciones de índole comercial como ‘La Momia’ o ‘Van Helsing’.

Ficha técnica:
EE.UU., 1951Título original: When Worlds CollideDirección: Rudolph MateGuión: Sydney Boehm. Adaptación de la novela homónima del año 1932 escrita por Edwin Balmer & Philip Wylie.Producción: ParamountMúsica: Leith StevensFotografía: W. Howard Greene IMDb:
ISBN('tt0044207', '');
Reparto: Richard Derr (David Randall); Barbara Rush (Joyce Hendron); Peter Hansen (Dr. Tony Drake M.D.); John Hoyt (Sydney Stanton); Larry Keating (Dr. Cole Hendron); Rachel Ames (Julie Cummings); Alden Chase (Dr. George Frye,); Frank Cady (Harold Ferris); Hayden Rorke (Dr. Emery Bronson); Sandro Giglio (Dr. Ottinger)
[Fuente: Alfonso J. Merelo, 2000, en http://www.ciencia-ficcion.com/pelis/pcuandomu.htm]

Sinopsis: Pese a que una estrella errante va a estrellarse contra nuestro planeta de forma inminente, la ONU hace oídos sordos al doctor Hendron y sus colaboradores cuando estos advierten del peligro. Ante este panorama, un grupo de industriales decide financiar la construcción de una nave que llevará a cuarenta personas y algunas especies animales a otro planeta para poner en marcha allí una nueva Humanidad. Pero, a medida que se va aproximando el fin, además de luchar contra el tiempo, los creadores de esta moderna arca de Noe habrán de enfrentarse al pánico de los que se quedan en tierra.
[Fuente: Javier Memba, ‘La década de oro de la ciencia-ficción (1950-1960)’, T&B editores, Madrid, 2005]

No nos hallamos más que en un palimpsesto o reinterpretación de la historia bíblica del arca de Noe, y como tal, la película se presenta y se cierra con una cita bíblica acerca de este pasaje archiconocido del Antiguo Testamento, lo cual sirve como prueba de la capacidad inspiradora de esta enorme obra compendio de historias y saberes. No se me malinterprete: alabo el libro, no lo que de ellos se ha desprendido.

Probablemente lo más destacado en medios tecnológicos son las imágenes de destrucción de la tierra cuando el planeta Zyra, al que se dirigirá el cohete espacial para salvar a la humanidad, se acerca demasiado a nuestro planeta. A este respecto señala Alfonso J. Merelo en su crítica: “Uno de los momentos culminantes de la película se produce con el paso de Zyra cerca de la Tierra. Imágenes de volcanes en erupción, olas gigantes y edificios derruidos, sacadas de documentales evidentemente, dan idea de la destrucción que produce este fenómeno en el mundo. Previamente vemos imágenes muy bien realizadas de las ciudades costeras desalojadas y vacías. Esto sólo será una medida provisional ya que el impacto con Bellus destrozará la Tierra. Después se pueden ver imágenes de ciudades sumergidas”. Un despliegue de maquetas en los años cincuenta cuyo resultado no es tan desastroso como cabía esperar.

Pero a cerca del argumento habría que destacar la subtrama donde se analiza el comportamiento humano. Los científicos se pierden en un racionalismo como el de Locke y olvidan la realidad de la naturaleza humana, la cual si la recuerda el denigrante personaje del magnate paralítico: Sydney Stanton. “Para el villano impedido, Hendron y su equipo ‘han pasado demasiado tiempo mirando las estrellas”, lo que les ha hecho olvidarse de la maldad humana”, explica Javier Memba. Es verdad, en esta película lo interesante es el culmen final cuando brota el instinto de supervivencia humana y entonces todos nos convertimos en lo que Hobbes llamó el último hombre: “Homo hominis lupus est”.

Otro detalle que enriquece la película es el triángulo amoroso entre los tres protago­nistas, que ofrece al filme una subtrama que escapa del pesimista planteamiento de una destrucción cósmica de nuestro planeta. Estos tres personajes presentan distintas visiones ante la catástrofe mundial. Podemos ver a Randall quemando billetes para encender sus cigarros porque conoce el escaso valor del dinero ante la nueva situación; a Joyce cambiando radicalmente sus posturas vitales y lanzándose a los brazos de un nuevo amor distinto a la vida establecida de casada en la que se veía encasillada. Y finalmente el sacrificio de Drake, el exnovio, quien pretende abandonar a su competidor, pero finalmente prepara un ardid para que los nuevos amantes estén juntos en el nuevo mundo.

En otro orden de aspectos, también debo puntualizar que esta película tiene plantea­mientos típicos de los años cincuenta, como, por ejemplo, que todos los tripulantes elegidos para viajar en la moderna arca sean blancos. Además, se le niega el pasaje al magnate minusválido por su condición física, no por la maldad de su corazón. No existe nada de la diversidad racial de nuestro planeta en el nuevo mundo. En cierto modo parece que la adorada solución de Hitler puede llegarnos desde el cielo. Puede que en el remake se solucione tal gazapo.

Como conclusión cito a Alfonso J. Merelo: “El film se nos ofrece en toda su extensión como un reportaje novelado sobre los últimos meses de la vida humana y los esfuerzos por salvar a una pequeña parte. Se trata de dotar a la película con una pátina científica creíble; desde el análisis de los datos astronómicos en un ordenador de la época (un aparato diferencial), hasta las explicaciones de la construcción de la nave, que se lanza desde unos raíles inclinados, son intentos de hacer verosímil la trama”.

Que sirva de muestra de cómo Hollywood en tiempos recientes se ha quedado sin ideas y sólo ofrece refritos de otras producciones de décadas pasadas, y sino, véase títulos como ‘Deep Impact’ o ‘Armaggedom’, de planteamiento similar. Y, más recientemente, tendremos ya no sólo una versión del mismo tema, sino un remake, una reedición algo más moderna. ¿Cuál será el resultado? ¿Empeorarán el planteamiento de la película del año 51? Probablemente, pero por ahora sólo queda esperar.

miércoles, 23 de enero de 2008

CORTÁZAR CULTIVA CIENCIA-FICCIÓN





Julio Cortázar (1914-1984), famoso escritor bonaerense, podría incluirse en la inmensa lista de famosas plumas que demostraron cierta inversión en este interesante género de la CF.

¡Qué sorpresa! Abrir una colección de cuentos de este gran novelista que engloba entre su producción joyas como la magna novela “Rayuela”, o relatos como “la noche boca arriba”, con su estilo cercano al surrealismo, repleto de imágenes sorprendentes y fabulosas, o de oraciones inquietantes tan bellamente concluidas, y en mitad de la colección de cuentos encontrarse uno muy breve que se puede englobar en el mundo de la CF.

No será recordado por la producción en este campo, desde luego, pero, como otros muchos escritores ilustres, ha sido una mano más que demuestra a los detractores de este querido ghetto lo que puede alcanzar la CF. El novelista, que recientemente escuchábamos en un anuncio (“No te regalan un reloj, tú eres el regalado”), regaló a la humanidad este cuento:



De la simetría interplanetaria


This is very disgusting
DONALD DUCK


Apenas desembarcado en el planeta Faros, me llevaron los farenses a conocer el ambiente físico, fitogeográfico, zoogeográfico, político-económico y nocturno de su ciudad capital que ellos llaman 956.
Los farenses son lo que aquí denominaríamos insectos; tienen altísimas patas de araña (suponiendo una araña verde, con pelos rígidos y excrecencias brillantes de donde nace un sonido continuado, semejante al de una flauta y que, musicalmente conducido, constituye su lenguaje); de sus ojos, manera de vestirse, sistemas políticos y procederes eróticos hablaré alguna otra vez. Creo que me querían mucho; les expliqué, mediante gestos universales, mi deseo de aprender su historia y costumbres; fui acogido con innegable simpatía.
Estuve tres semanas en 956; me bastó para descubrir que los farenses eran cultos, amaban las puestas de sol y los problemas de ingenio. Me faltaba conocer su religión, para lo cual solicité datos con los pocos vocablos que poseía –pronunciándolos a través de un silbato de hueso que fabriqué diestramente-. Me explicaron que profesaban el monoteísmo, que el sacerdocio no estaba aún del todo desprestigiado y que la ley moral les mandaba ser pasablemente buenos. El problema actual parecía consistir en Illi. Descubrí que Illi era un farense con pretensiones de acendrar la fe en los sistemas basculares (‘corazones’ no sería morfológicamente exacto) y que estaba en camino de conseguirlo.
Me llevaron a un banquete que los distinguidos de 956 le ofrecían a Illi. Encontré al heresiarca en lo alto de la pirámide (mesa en Faros) comiendo y predicando. Lo escuchaban con atención, parecían adorarlo, mientras Illi hablaba y hablaba.
Yo no conseguía entender sino pocas palabras. A través de ellas me formé una alta idea de Illi. Repentinamente creí estar viviendo un anacronismo, haber retrocedido a las épocas terrestres en que se gestaban las religiones definitivas. Me acordé del Rabbi Jesús. También el Rabbi Jesús hablaba, comía y hablaba, mientras los demás lo escuchaban con atención y parecían adorarlo.
Pensé: “¿Y si éste fuera también Jesús? No es verdad la hipótesis de que bien podría el Hijo de Dios pasearse por los planetas convirtiéndolos a los universales. ¿Por qué iba a dedicarse con exclusividad a la Tierra? Ya no estamos en la era geocéntrica; concedámosle el derecho a cumplir su dura misión en todas partes”.
Illi seguía adoctrinando a los comensales. Más y más me pareció que aquel farense podía ser Jesús. “Qué tremenda tarea”, pensé. “Y monótona además. Lo que falta saber es si los seres reaccionan igual en todos lados. ¿Lo crucificarían en Marte, en Júpiter, en Plutón…?”.
Hombre de la Tierra, sentí nacerme una vergüenza retrospectiva. El Calvario era un estigma coterráneo, pero también una definición. Probablemente habíamos sido los únicos capaces de una villanía semejante. ¡Clavar en un madero al hijo de Dios…!
Los farenses, para mi completa confusión, aumentaban las muestras de su cariño; prosternados (no intentaré describir el aspecto que tenían) adoraban al maestro. De pronto, me pareció que Illi levantaba todas las patas a la vez (y las patas de un farense son diecisiete). Se crispó en el aire y cayó de golpe sobre la punta de la pirámide (la mesa). Instantáneamente quedó negro y callado; pregunté, y me dijeron que estaba muerto. Parece que le habían puesto veneno en la comida.

(‘Prolegómenos a la Astronomía’,1943)


Qué larga lista podríamos confeccionar con autores que en algún momento de su vida han cultivado CF: Jorge Luis Borges, Ramón Gómez de la Serna, Víctor Hugo, Italo Calvino, Miguel de Unamuno, y un largo etcétera. Constátese por tanto que el aquí presentado no es más que un ejemplo.

Visto lo visto: ¿Acaso no se merece un elogio la CF? ¿Acaso no resulta coherente defender su calidad literaria, sus influencias, sus posibilidades?