miércoles, 16 de febrero de 2011

Ciegos vs plantas

EL DÍA DE LOS TRÍFIDOS

John Wyndham
Minotauro-Edhasa, Barcelona, 1977.

El inglés John Wyndham legó al género una de las consideradas obras clásicas, justamente la que aquí nos ocupa: El día de los trífidos (The Day of the Trifids, 1951). La novela se presenta organizada en dos ideas: la ceguera universal, que se especula como consecuencia de armas secretas ocultas en satélites; y los trífidos, plantas con capacidad de movimiento y de lanzamiento de dardos altamente venenosos. Ello lleva a la mezcla del horror y la ciencia ficción que caracteriza a este escritor, como también se observa en Los cuclillos de Midwich (The Midwich Cuckoos, 1957) o El Kraken acecha (The Kraken Wakes, 1953).


La estructura de la obra es muy sencilla. Empieza con el protagonista en el hospital, recuperándose de una cirugía ocular, cuando descubre que no hay nadie allí y que todo el mundo está ciego. Entonces aparece una analepsis o vuelta atrás donde el protagonista nos relata los precedentes de su vida, así como el surgimiento y proliferación de los trífidos, creados por experimentación humana y cultivados por todo el planeta. Una vez puesto en antecedentes el lector sobre el mundo ficcional, el resto de la novela se constituye en las desventuras de Bill Masen por este mundo posapocalíptico, sus relaciones con otros supervivientes que va encontrando y sus pugnas con los inexterminables trífidos, hasta que al final se une a la comunidad que más posibilidades tiene, según su punto de vista, de sobrevivir en el futuro aciago que se avecina.


Los personajes resultan arquetípicos, y destaca una inocencia sublime en la mayoría de los supervivientes. El protagonista, Bill Masen, es el prototipo de héroe, bondadoso, atento, sacrificado, que pronto se une a un modelo femenino, Josella Payton, representativo de valores tradicionales, cuya mayor rebeldía fue escribir un libro de escandaloso título, pero de banal contenido. El resto de personajes se van alineando con ellos y lo único en lo que difieren es en la presentación de métodos para subsistir al caos y derrumbe de la civilización en el que están inmersos. Esa actitud benevolente se observa en detalles, como, por ejemplo, la obcecación en hacer sobrevivir a la máxima cantidad de ciegos posible.


Pocos personajes, muchos de ellos simple ambientación de fondo en la narración, representan la otra faceta humana, más oscura, más preocupada por la propia supervivencia sobre los demás, competidores con él en un mundo cada vez más escaso de recursos. Entre ellos destaca el pelirrojo, el señor Torrence. Pero en general me sorprende al facilidad con que la gente se asocia nuevamente en pequeños grupos para aumentar así sus posibilidades su subsistencia. Sin duda, ello se relaciona con las múltiples reflexiones que realiza Masen sobre la naturaleza gregaria del ser humano, pero tras ello enseña Wyndham una visión muy benevolente del ser humano, representada por los valores de justicia, solidaridad y dedicación a los demás que encarna el protagonista.


Por otra parte, el modelo de terror y de CF de Wyndham choca al plantear un mundo apocalíptico con una ceguera como plaga mundial y unas plantas móviles como enemigo letal. Ambos aspectos parecen mover la obra más hacia el lado de la parodia, lo que se contradice con el aspecto serio que el autor otorga a la narración.


Me pareció curioso que tanto la ceguera como los trífidos los usara el autor como pretextos para reflexionar sobre la naturaleza gregaria del ser humano y sobre los sistemas sociales: la ideología que los sostiene, los intentos de trasvasar esa ideología a la práctica y si consiguen o no adecuarla a las circunstancias. De esta forma la soledad aparece como un desamaparo, desangelo, desesperanza en el personaje. Bill Masen se abate en los fragmentos en que pasea en soledad por los restos de la civilización.


Respecto a los sistemas sociales, se observa que el protagonista no se decanta por ninguno en especial, a todos pone pegas, o indica sus imperfecciones o defectos. Además, analiza, especialmente, sus implicaciones dadas las circunstancias apocalípticas que rodean a las pequeñas sociedades supervivientes. Ni sistemas totalitarios como el del pelirrojo, el señor Torrence, ni con base religiosa basada en la solidaridad, como el de la señorita Durrant, ni siquiera el que emigra a la isla de With, el grupo de Michael Beadley, son utópicos en el sentido de la palabra, pero es el último el que se presenta con mayor sentido común a Bill Masen por ser el que más posibilidades tiene de afrontar el futuro que les espera, de una progresiva barbarie según vaya desapareciendo o inutilizándose la tecnología.