jueves, 24 de marzo de 2011

Una guía de supervivencia ante los vampiros


Richard Matheson (1954)

Soy Leyenda (I am legend)

Traducción de Manuel Figeroa

Minotauro, Barcelona, 2009.


Se les llaman clásicos de la CF, y alguno ya se lee avejentado, pero otros, aunque la fecha del futuro que quedó registrada en su momento de escritura haya pasado, su lectura y su carácter especulativo continúa vivo. Tal es el caso de Soy Leyenda, (I am Legend, 1954), de Richard Matheson, un escritor también muy vinculado con el género de terror. Sin duda, de vez en cuando conviene recordar por qué a uno le entusiasma tanto este género.


Infinitas veces se ha señalado de esta obra el hecho de que su autor cogiese un mito propio de la literatura fantástica y lo introdujese en un mundo fantacientífico para otorgarle, así, un valor nuevo. Efectivamente, se produce en la obra una ruptura con la clásica visión del vampiro que había generado, desde la obra de Sotker, toda una serie de literatura, la vampírica. Aquí el vampiro deja de ser ese ente simbolizador de la inmortalidad y los deseos sexuales insatisfechos para convertirse en el nuevo eslabón de la humanidad, una humanidad mutada, nueva, que brota de las cenizas de la anterior.


Por ello, y como debe ser obvio en la CF, para desligar a la figura del vampiro de su carácter sobrenatural, tiene que aparecer por el género mediante el filtro de la explicación lógica. Así, la novela contiene varios pasajes donde el protagonista, Robert Neville, va investigando la causa de la mutación de la humanidad en vampiros. Se aplica la ciencia al suceso fantástico para dotar de cognición a lo sobrenatural.

“Destilado de Allium estivum, un género de liliáceas que comprende el ajo, el puerro, la cebolla, el cebollino. Es decolor pálido y olor penetrante, y contiene varios sulfuros. Composición de agua, 64,6%; proteína, 6,8%; grasa, 0,1%;, hidratos de carbono, 26,3%; fibra, 0,8%; ceniza, 1,4%” (60).


Pero no es ésta la única alabanza que se puede realizar a esta novela. Su autor ha conseguido un conjunto de elementos bien ensamblados y una exposición narrativa de gran calidad y amena, donde domina ese ambiente de soledad del protagonista. A través de Robert Neville descubrimos su supervivencia obstinada en un mundo plagado de vampiros que asedian su casa cada noche: sus técnicas de defensa y abastecimiento, sus formas de matar el tiempo, sus despresiones, sus borracheras, su música, sus recuerdos...


Sí, recuerdos, porque a diferencia de muchas obras, Matheson presenta la genialidad de reconstruir los antecedentes que han llevado a la situación que inicia la novela mediante unas pocas evocaciones de Neville, escenas sueltas, pero suficientes para que el lector comprenda lo sucedido:


  • Neville

    cuidando de su familia, con su mujer, Virginia, ya enferma, infectada, mientras sigue trabajando, con su compañero Ben Cortman.

  • La muerte de su hija, Kathy, y como se la llevan de sus manos para arrojar su cadáver al “pozo de fuego”, como dictaba una ley hecha como prevención sanitaria.

  • Cuando entierra a escondidas el cuerpo de su mujer en un solar abandonado, inclumpliendo la ley.


Son escenas concretas y de gran carga emotiva que van trasluciendo también los traumas de Neville, los fantasmas de su recuerdo, más poderosos aún que los que acechan cada noche en su puerta, esos vampiros liderados por el mutado Ben Cortman, quien siempre le insta a salir del domicilio.

A ello se le unen nuevos pasajes, sucedidos en ese mundo de vampiros, como la mujer que Neville saca a la calle para que la derrita el sol, o el perro que tantos esfuerzos realiza para domesticarlo y finalmente, se muere. Neville va degenerando en una frustración y soledad cada vez más honda, más enloquecedora, como un ermitaño. Sus cualidades sociales se merman, y de ello la narración ofrece atisbos, como cuando se asombra de oír su propia voz después de tanto tiempo al interrogara un vampiro que ha hecho prisionero (63), o cuando descubre a una persona andando a la luz del día, y con buenas atenciones, termina por atacarla y llevarla a la fuerza a su casa.


Éste es ya el último pasaje, el de la joven Ruth, la primera compañía que encuentra Neville y que finalmente resulta ser una espía de sociedad vampírica que querían estudiar a Neville, vestigio del viejo orden, una leyenda. Y hacia la desaparición absoluta de un mundo caduco en el surgimiento de uno nuevo camina la novela hacia su fin, cuando Neville descubre esa verdad, que él representa lo obsoleto, lo acabado, y por ello es una leyenda.


[Fotos tomadas de:

http://www.vootar.com/Libros/Ciencia-ficcion?pagina=3

http://lamiradadeariodante.blogspot.com/2010/04/soy-leyenda-richard-matheson.html]