lunes, 25 de abril de 2011

Automovilismo y pornografía


Cuando uno tiene costumbre de leer una ciencia ficción más clásica, enfrentarse a la lectura de una obra como Crash (1973), del británico James Graham Ballard, resulta una tarea chocante y una sorpresa continua. Tras terminar la obra, uno se queda reflexionando sobre la misma, y sobre su extraño vínculo con el género.

Ya en la introducción Ballard escribe:

“A lo largo de Crash he tratado el automóvil no sólo como una metáfora sexual sino también como una metáfora total de la vida del hombre en la sociedad contemporánea. En este sentido, la novela tiene una intención política completamente separada del contenido sexual, pero aún así prefiero pensar que Crash es la primera novela pornográfica basada en la tecnología. En cierto sentido, la pornografía es la forma narrativa más interesante políticamente, pues muestra cómo nos manipulamos y explotamos los unos a los otros de la manera más compulsiva y despiadada” (12)


Y no miente, Crash es una mezcla de pornografía y automovilismo, una parafilia que incluye colisiones de tráfico, una excitación sexual emulsionada en la adrenalina de una muerte buscada. Todos los personajes de la novela, de una u otra forma hastiados de la rutina de una vida predecible, se obsesionan por dar realidad a todas las fantasías sexuales que se les ocurren, sean lo depravadas que sean.

Son representantes de una marginalidad carente de valores: prostitutas, infidelidad declarada bisexualidad, etc. Así, en la novela se busca una ruptura absoluta de tabús y se analiza el sexo como algo no ya sólo cosificado a un coche (objeto material), sino a actos fisiológicos, donde el único sentimiento es el placer, ausente de cualquier espiritualidad, lo que desvirtualiza el acto sexalidad, y lo convierte en mera pornografía, simplemente, un medio eudemonista (el placer por el placer).

Lo curioso de la novela, además de su discurso en fashback, y su comienzo in extrema res, es su modelo posmoderno, fuertemente introvertido, repleto de un lenguaje que busca la belleza en la escatología, de unas descripciones sumamente detalladas, recreándose en mostrar los aspectos más depravados de cada escena, en especial de los accidentes de tráfico, y la permanente mezcla de un léxico proveniente del ámbito del sexo con otro del automovilístico.

Aún así, más raro, si se compara con otras obras del género, resulta que el protagonista sea homónimo del autor, lo que confunde al personaje con la voz narradora y con el propio Ballard, el real de nuestra realidad. A ello se le junta el tiempo ¿Cuándo transcurre la novela? El mundo ficcional parece nuestro presente en todos los ámbitos, incluso hay mención de muchos famosos de la época en que se escribió la novela, especialmente de Elizabeth Taylor. La sociedad descrita, en ese espacio reducido del Londres próximo al aeropuerto, se asemeja en gran parte a la nuestra.

¿Acaso sus protagonistas son predecesores de una posible enfermedad social que se está extendiendo, y que mezcla el gusto por el coche con el placer sexual? Es más, si no fuese por la introducción, a mi me costaría incluir la obra dentro de la ciencia ficción? Considera que la especulación o prospección que realiza Ballard en su obra, no le lleva a recrearla en una sociedad futura distópica donde las enfermedad de los protagonistas sea una muestra de un síndrome patológico general que afecta a todos los individuos, sino que nos lo muestra sólo a través de unos pocos personajes, que si representan algo, son avisos de una sociedad que enferma, la del neoliberalismo, la de la clase social adinerada, que no encuentra sentido a su vida, que pierde todo tipos de valores y principios sociales, y se ahoga en prácticas extremas ausentes de ética.


Entretanto, el tránsito se mueve en un flujo incesante a lo largo del paso elevado. Los aviones despegan de las pistas del aeropuerto, llevando los restos de semen de Vaughan hacia los tableros y radiadores de un millar de coches aplastados, las piernas torcidas de un millón de pasajeros [215].


Así concluye la novela, con una mención extensiva, divulgativa, del mensaje de Vaugham, el mensaje del mártir que se suicida por la causa. Son palabras que parecer presagiar un advenimiento fáustico, un mundo donde los accidentes de tráfico se mezclan con pulsiones sexuales. En ese sentido, Crash sí se puede considerar un aviso para caminantes, ergo, sí, se puede considerar prospectivo.



[Fotos tomadas de: http://www.bonitoviaje.com/2009/08 y http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com/2010/04/crash-de-ballard-mi-libro-de-sant-jordi.html]

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