jueves, 19 de febrero de 2009
FUTURO IMPERFECTO, de Domingo Santos
Domingo Santos, nacido en 1951 y llamado en realidad Pedro Domingo Mutiñó, es uno de los escritores de CF española más conocidos y aclamados, cuya obra ha sido traducida a diversos idiomas como inglés, francés o italiano. Él constituye una de las piezas fundamentales para entender la denominada década de oro y la entrada de España en el panorama de la CF mundial. La obra que aquí nos atañe, Futuro Imperfecto, apareció en la segunda época de la colección Nebulae, en el número 50, y está formada por una serie de relatos cuyo único aspecto común es el desarrollo de visiones futuristas a partir de algún elemento del presente.
En primer lugar aparece un paratexto, donde se explica, por un lado, el futuro imperfecto del subjuntivo, un tiempo verbal hoy en desuso y en camino de la desaparición, “que expresa una acción hipotética considerada como no acabada, en el presente o en el futuro”. Así, con esa premisa, presenta ya Santos esta colección de relatos, y justifica el título de la obra. El otro paratexto proviene de la obra El mundo de los acusados, de Walter Jens, que presenta un equilibrio climático y la personificación del sol y la luna mirando la insignificancia de la humanidad.
A continuación hay un prólogo donde un historiador, situado en un tiempo futuro al de los relatos que componen el libro, presenta dichos textos en su valor histórico, en los cuales pretende desentrañar la verdad de entre la ficción de los mismos, detalle en el que hace hincapié en varias ocasiones. Así, Santos, a través de esta voz narradora, realiza un examen de lo que quedará del presente mañana, lo que difumina el paso del tiempo, y también una crítica de la metodología historicista actual y la imposibilidad de hallar la Verdad de los hechos sucedidos.
La serie de relatos son de lo más dispar, en gran parte constituyen pequeñas distopías en donde Santos va desarrollando críticas a diversos aspectos de la actualidad. En parte, parece un precedente del cyberpunk que dominaría pocos años después el panorama de la CF, aunque la cuestión tecnológica queda un poco a la zaga en los relatos.
El primero de ellos, ‘Smog’, recoge una visión casi apocalíptica con ciudades repletas de polución y aire contaminado imposible de respirar. El protagonista, que trabaja en medio ambiente, reflexiona en diversas ocasiones sobre los graves problemas pulmonares y la reducción de la esperanza de vida que ello conlleva. En ‘Negocios del corazón’ nos plantea la visita de un enfermo cardíaco a un centro de “reemplazo de órganos”, donde Santos aprovecha para explicar cómo sería el negocio de órganos humanos, con las distintas filosofías y métodos de empresa.
‘Extraño’ es, sin duda alguna, el relato más duro de la obra, su lectura provoca desagrado al presentarnos, sin pudor alguno, a un pobre niño deforme, sin brazos ni piernas e incapaz de pronunciar palabras, cuyos padres detestan hasta el punto de propinarle sucesivas palizas. El niño, ante esta situación de asilamiento e inadaptación, termina por volverse loco y lo ingresan en un manicomio. Cuando escapa del centro, sólo queda una salida. Aquí tenemos dos voces narradoras que se alternan, una es la clásica del narrador omnisciente que aparece en todos los relatos, y la otra es la primera persona, la voz del monstruo, con escasez de signos de puntuación que pretenden yuxtaponer la velocidad con que el cerebro reproduce e interconecta las ideas. Probablemente este último aspecto sea una de los detalles estilísticos más sobresaliente de la obra.
El cuarto relato, ‘El programa’, permite a Santos presentar un violento espectáculo que recuerda a la crudeza del circo romano. Un presidiario es soltado en mitad de una ciudad para ser cazado por miles de perseguidores. Aquí el autor reflexiona sobre la naturaleza violenta del hombre: “[la gente] vio en el Programa un cauce por donde descargar los instintos sanguinarios inherentes al ser humano y un sucedáneo que aboliría las guerras al suprimir su necesidad fundamentalmente morbosa”.
‘Señor, su cuenta no existe’, presenta, con tintes cómicos, la curiosa historia de un hombre cuya cuenta bancaria ha desaparecido del ordenador central y con ella su dinero. Este hecho permite a D. Santos opinar sobre las posibles repercusiones de la informatización de la vida diaria. Cada fragmento del relato viene precedido de eslóganes publicitarios o declaraciones diversas sobre la sustitución del papel-moneda por la tarjeta de crédito. Éste es el relato más cercano a nuestra realidad de los recogidos en la obra.
Por otro lado, ‘Encima de las nubes’, posee dos historias interrelacionadas. La principal relata una reunión de socios de una empresa que pretende sacar al mercado un nuevo combustible cuya fabricación deja una enorme cantidad de residuos. Santos vuelve al tema ecológico, pero lo presenta aquí desde la despiadada visión de los ejecutivos de la empresa que sólo miran por una ganancia económica y una minimización de las pérdidas. La otra historia, más secundaria, tiene por protagonista a un trabajador de una clase media con afán de superación social. Su ascenso laboral y económico se ve acentuado en ese ascenso a las ciudades plataforma que orbitan en la estratosfera.
En “…si mañana hemos de morir” hay un pesimismo latente. En gran medida muchos aspectos proclamados por el autor acerca de la juventud, protagonista de este relato, se han cumplido: el escepticismo, la inmovilidad, el ocio controlado, el afán de velocidad, la rebeldía sin objetivos, etc. Aquí el lenguaje se adecua a la jerga juvenil, lo cual otorga mayor verosimilitud al relato.
Finalmente, el relato más largo de todos, que perfectamente por extensión podría considerarse una novelita o novela breve, titulada “Fábula”, constituye una visión distinta. Esta vez, más que distopía, opta por la utopía y nos presenta una sociedad futura que funciona. El éxito de esta recreación futurista de D. Santos es que esta sociedad no es perfecta y explica las renuncias que ha realizado para alcanzar la estabilidad y el bienestar. Es decir, el sistema es válido, pero no totalmente correcto. El protagonista, como es normal en estas obras, es un outsider que analiza críticamente lo que observa. El final resulta esperable, pues no se podía desarrollar de otra manera. A mi juicio esta pequeña obrita, de la cual muchos más detalles se podrían comentar, es la pequeña joya de este libro.
En general, me impresiona que los personajes femeninos de la obra sean meros clichés, amas de casa ignorantes e impertinentes, mujeres seductoras o empleadas de tareas propiamente femeninas, como la de secretaria. Quizás ello se deba a la educación y modelos vividos por el autor, o a una incapacidad de abordar la psique femenina. Por el contrario, los personajes masculinos si presentan mayor variedad, desde el ingenuo y servil trabajador Olivera de ‘Señor, su cuenta no existe’, hasta el presidiario del ‘programa’ o el ejecutivo sin escrúpulos de ‘Encima de las nubes’.
Pese a todo lo señalado, considero esta obra digna de lectura, en primer lugar por considerarse propiamente escrita en castellano, y no ser una traducción, con lo que se consigue un juego y uso de la lengua propio de un nativo. Además, se trata de uno de los autores más singulares de la CF española, promotor y precedente de la denominada “década de oro”, en cuyos autores se observa una mayor lirismo que en la narrativa de Domingo Santos.
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