martes, 8 de septiembre de 2009

DE PIGMALIÓN AL ROBOT (PARTE II)



[Continuación del artículo anterior. Pequeña revisión personal de la temática del robot en la Ciencia Ficción.]


Tras los Capek, es en el cine expresionista alemán donde encontramos el siguiente caso celebre, pero ahora hablamos de un androide, el de Metrópolis. El científico Rotwand construye el robot por la obsesión que tiene de superar la pérdida de su amada. Es el ansia de amor que acoge a todos los personajes de la película, pero que en el científico y en su creación tecnológica se remite al mito de Pigmalión, solo que tecnificado.


Seguidamente hay que destacar la influencia de Isaac Asimov, no sólo por la creación de las ya clásicas tres leyes de la robótica, sino por la novelización de todas las problemáticas que puede generar la coexistencia entre el hombre y la máquina. Asimov es un escritor donde, sin duda, la idea es la base, el medio y el fin de la creación literaria, y a la idea supedita todo lo demás. En sus visiones el robot se aleja de posturas serviles y se acerca más a la versión fatal del mito del Golem en que se rebela contra su creador, quien debe escribir en su mente muerte para que la creación se detenga.

Así pasamos a las nuevas visiones del robot, una evolución en diversos sentidos. Para unos el robot se equipara al ser humano, como sucede en la obra de Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Dream android with electric sheeps?, 1968), cuya versión cinematográfica, Blade Runner (Ridley Scott, 1982), ha dejado ya huella no sólo en la ciencia ficción, sino en el cine en general. Su lema reza: Man has made his macht… now is his problem (El hombre ha construido su igual… ahora es su problema). Por tanto, la creación por una especie de otra idéntica que deba coexistir en el mismo ecosistema conlleva el enfrentamiento y la aniquilación de una de esas dos especies. Este precepto es la base para todos los libros y películas que relatan una guerra entre humanos y máquinas.


Los últimos pasos se han dirigido al desarrollo de una posible sociedad mecánica, autoconfigurada por máquinas, como son las sociedades que se pueden observar en películas como Matrix (1999), Terminator (1984) o incluso la raza de los Borg en Star trek. Una sociedad de máquinas adopta la forma de la mente colmena, dirigida por un solo ente pensante, como la que desarrollo Heinlein para sus alienígenas en Brigadas espaciales (Starship Troppers, premio Hugo en 1960). Pero este detalle relaciona el tema del robot con el de la I. A. (Inteligencia Artificial), una nueva vía temática de la CF que reactualiza, a mi juicio, las historias de las máquinas artificiales.


Finalmente llegamos hasta la actualidad, donde se han establecido tres categorías en el estudio de esta temática de CF. El robot hoy designa a una máquina cuyo diseño responde a la realización de una función específica. Por otro lado está el androide, es decir, el robot cuya estructura imita la forma humana. Y finalmente la imaginería fantacientífica idea el ciborg (cibernetic organism, organismo cibernético), donde a la forma humana se le agregaba la apariencia hasta el punto de que sólo la composición interna diferenciase un humano de un ciborg.

Hay una lectura que cada vez se resalta más: el hombre no puede crear vida, no puede jugar a ser Dios, porque no es un dios. Cuando lo pretende, fracasa, y las consecuencias pueden ser atenuadas o absolutamente fatales. Esta es la lección moral que pretende transmitir la ciencia ficción, casi siempre erigida como un “aviso para caminantes”, con la habitual –pero no intrínseca- tendencia a advertir sobre los peligros del futuro a partir de la hipérbole de un elemento presente.


[http://discovermagazine.com/2005/dec/robot-robot/robot-robbie.jpg]

[http://extracine.com/wp-content/uploads/2008/02/terminator_robot.jpg]

1 comentario:

Antuan dijo...

Hey, mola.
A ver si tengo un rato y lo leo.
Al menos no has puesto nada sobre palizas de halflins a humanos.
Nunca debí darte el segundo hombre arbol :_(