Williamson, Jack (1948)
Más oscuro de lo que pensáis
(Darker Than You Think).
Traducción de Fernando Barrejón.
Madrid: Orbis, 1985.
Ya publiqué una
reflexión similar en este blog sobre la relación que mantenía En
las montañas de la locura (At the Mountains of Madness,
1936), de H. P. Lovecraft, con la ciencia ficción. Para un nuevo
ejemplo me he topado con esta obra de uno de los decanos del género,
Jack Williamson, autor especialmente de space-operas durante
los años cuarenta, entre las que se puede destacar La legión del
espacio (1934) y, junto a James E. Gunn, Puente entre
estrellas (1955). Además,
es el artífice del término «terraformación»,
que apareció por primera vez en su cuento suyo en Astounding
en 1942. No obstante, para Más oscuro de lo que pensáis
(1948) abandonó los espacios siderales y ubicó la trama en nuestro
planeta, donde planteaba la existencia de una civilización
prehistórica de licántropos que tuvo a la humanidad subyugada.
La ubicación de la trama
en la prehistoria o en civilizaciones antiguas, muchas veces
interconectadas con la presencia de extraterrestres en nuestro
planeta, se ha vuelto un recurso tópico en muchas obras de ciencia
ficción, y, más especialmente, en la vertiente «Sci-fi»
del género, la de la gran pantalla. En este caso, se pueden citar
ejemplos como Stargate (1994), de Roland Emmerich, o El
quinto elemento (The Fifth Element, 1997), de Luc Besson,
influida ésta principalmente por la mítica revista gala de cómic
Metal Hurlant. Desde luego, los vacíos en la historia, la
falta de información que se tiene de ciertos periodos
históricos, y la sorpresa que nos provoca descubrir los avances de
la humanidad en épocas remotas desde la óptica que mantenemos en
este mundo contemporáneo dominado por la novedad, se convierten
en caldo de cultivo para la imaginación de los escritores. Por
tanto, puede ser un recurso válido para situar en la Tierra todo
tipo de seres que no tienen cabida en nuestra realidad cotidiana.
Para Más oscuro de lo
que pansáis, Williamson no se vale de un personaje propio de la
ciencia ficción, el extraterrestre, como en los dos filmes
mencionados, sino de un personaje que toma del género fantástico:
el hombre lobo o licántropo (si se desea ser más culto). Otros
escritores se han valido de ese recurso, como el uso del vampiro que
hace Richard Matheson en Soy Leyenda (I am Legend,
1954), obra ya comentada anteriormente en este blog. Sin embargo, la
diferencia entre ambos estriba en que Williamson no realiza una
reinterpretación del personaje fantástico. En la obra de Matheson
el vampiro se presenta como un estadio nuevo en la evolución humana,
motivada por un virus, pero lo que refleja es la inadaptación del
protagonista, Neville, a un mundo moderno, dominado por los vampiros.
Williamson, por contra, se vale del hombre lobo en su sentido más
estricto.
Aunque se propone
justificar la presencia de este ser fantástico insertándolo en
nuestra realidad como producto de una rama evolutiva diferente al
sapiens, y presente su existencia en esos periodos oscuros de la
historia antes indicados, al final, el licántropo actúa aquí como
ser proveniente de una suprarrealidad mayor en la que se inserta
nuestra realidad. El licántropo se adentra en nuestro mundo con la
intención de desmantelarlo, y ello nos produce una sensación de
desasosiego. Al leer Más oscuro de lo que pensáis, en el
lector permanece la idea de que en su cotidianidad, igual que le
sucede al periodista Will Barbee, pueden aparecer de repente
hombres-lobo que intenten otra vez subyugar a la humanidad.
Aún así, además del
personaje, Williamson se vale de la estructura propia del género
fantástico, especialmente en sus representaciones decimonónicas,
donde un caso modélico sería El manuscrito encontrado en
Zaragoza (Manuscrit trouvé à Saragosse, 1805), de Jan
Potocki. En Más oscuro de lo que pensáis, Will Barbee,
periodista y alcohólico, amigo de un grupo de arqueólogos liderado
por el profesor Mondrick, al investigar el hallazgo hecho por sus
antiguos compañeros, descubrirá un complot para acabar con unos
hombres-lobo que gobernaban antaño a la humanidad y que tienen
intención de reaparecer para retomar su lugar. El artefacto hallado
por los arqueólogos es el único arma que posee el hombre para
acabar con los licántropos. No obstante, aparece otra periodista, la
enigmática April Bell, que irá seduciendo a Barbee y mostrándole
su verdadera naturaleza, puesto que en realidad es otro licántropo,
y no uno cualquiera, sino «El
hijo de la noche», el
mesías de los hombres-lobo que regresará para devolver a los suyos
el dominio perdido.
De ese breve resumen del
argumento se desprende ya que la trama se construye sobre un
descubrimiento progresivo de la otra realidad, la que incluye a
los licántropos. En el personaje de Barbee se encuentra la duda
constante sobre lo sucedido, y, por extensión, la duda en el lector.
Junto a Barbee, dudaremos sobre si los pasajes fantásticos donde
recorre la ciudad convertido en lobo junto a April Bell, y donde
provoca la muerte de sus antiguos compañeros, son sueño o producto
de la imaginación, o estaban sucediendo en realidad. El
personaje los niega constantemente, aunque dichos indicios se
sigan sucediendo. A fomentar ese enigma contribuye también el ladino
personaje de April, tan accesible a Barbee en las noches como loba,
pero que se vuelve esquiva y contradictoria cuando el alcohólico
periodista acude a ella en plena luz del día. Incluso al final no le
queda al lector tan claro si realmente Barbee es el Hijo de la noche
o toda su paranoia ha crecido hasta el punto de huir definitivamente
de la realidad a un imaginario mundo lleno de hombres-lobo. En
cualquier caso, al lector sólo le queda una sensación, la duda, la
incertidumbre, y de ahí, el desasosiego, el sentimiento legado
por el género fantástico.
Por todos estos
argumentos, considero que Más oscuro de lo que pensáis no
puede considerarse como una obra de ciencia ficción, sino
fantástica. Que apareciese en medio de la colección de Orbis es lo
que me resulta más paradójico, especialmente porque dicha colección
reeditó muchas obras que antes habían aparecido en las colecciones
de Martínez Roca y de Acervo, y porque el asesor de la misma fuera
Domingo Santos, hombre con buen criterio selectivo y amplio
conocimiento de la ciencia ficción.
No obstante, también hay
que entender que a muchos lectores les cuesta ver la diferencia entre
ambos géneros, y que otros muchos disfrutan indistintamente con uno
y otro. Aunque la obra no es una maravilla, ni tampoco pertenece a lo
más destacado de Williamson, se puede leer para que comprendamos, de
forma sencilla, cómo funciona el género de lo fantástico, cómo
seres o hechos anómalos en el mundo empírico, puesto que provienen
de una realidad más grande, se insertan en nuestra cotidianidad,
rompen los límites entre lo real y lo irreal, y nos provocan la
incertidumbre, la duda, sobre lo que considerábamos inmutable a
nuestro alrededor.
[Imágenes tomadas de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Jack_Williamson
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