domingo, 14 de diciembre de 2014

Matadero cinco, la complejidad tras la sencillez aparente


[Este es el quinto de una serie de seis artículos que tengo previsto publicar en este blog sobre la novela Matadero cinco, de Kurt Vonnegut]


A lo largo de la exposición de los artículos precedentes he pretendido mostrar las dotes de la novela de Vonnegut Matadero cinco, así como su relación con la ciencia ficción. Toca ahora señalar las claves de esta obra, que se ha erigido en ejemplo destacado de la narrativa posmoderna y que encumbró a su autor al lanzarlo a la fama. Sin duda, la mayor virtud de Matadero cinco es que, tras su apariencia sencilla, esconde una complejidad enorme, una virtud que escasos escritores en la historia de la literatura han conseguido.

Como he explicado anteriormente, Matadero cinco es una novela antibelicista que parte de una vivencia autobiográfica: la experiencia de Vonnegut como soldado en la II Guerra Mundial y como prisionero de guerra de los alemanes que fue testigo del bombardeo aliado sobre la ciudad germana de Dresde. Sin embargo, este hecho es el punto de partida para que un Vonnegut narrador intente escribir esa obra antibelicista.

Vonnegut se ficcionaliza para abrir y cerrar la novela en sus capítulos inicial y final, y ofrecer así la sentencia moralista con la que concluir el sentido de la obra sin dar lugar a refutación alguna. No obstante, esa reflexión aparece enmarcando la historia central de la novela, una historia ficticia sobre otro soldado del mismo conflicto, Billy Pilgrim. Se genera así ese complejo juego polifónico estructurado en varios niveles, puesto que a ello debemos sumar la presencia de un escritor ficticio  -alter ego de Vonnegut- Kilgore Trout, y la función que sus novelas cumplen dentro de Matadero cinco. En cierto modo, como ya expliqué en la entrada precedente, podemos afirmar que esas novelas de Trout funcionan como parábolas o metáforas que tratan de corregir nuestra visión del mundo.

En la historia de Pilgrim podemos observar otro rasgo característico en Vonnegut: el humor negro. Ese humor negro se convierte en ironía al observar la postura de Billy Pilgrim en medio del entorno bélico. Este personaje central es descrito como extremadamente diferente de los otros soldados de la novela. Parece posicionarse en contra de la violencia durante la guerra; de hecho, la absurda apariencia y acciones de Pilgrim hace que las actuación del resto de soldados que se toman la guerra como algo serio u honorable parezcan absurdas.

A ello hay que sumar que Pilgrim se vuelve famosos al declarar que había sido abducido por unos alienígenas, los tralfamadorianos. La experiencia tralfamadoriana justifica el desorden exposi­tivo de la historia de Pilgrim. Pero bien mirado, dentro de la fragmentación de la vida del protago­nista se repiten unos momentos cronológicos concretos, que sirven para explicar el estrés postrau­mático que sufre. Billy no llega nunca a abandonar la II Guerra Mundial, sigue viviendo allí. En sus recuerdos se ve a sí mismo simultáneamente en dos momentos, en 1944 cuando es capturado por los alemanes, y en 1967 conduciendo su Cadillac. El síntoma explica el desorden de la novela y la obsesión de Billy por esos dos momentos de su vida. Otro rasgo de que sufre ese síntoma reside en la evasión de Pilgrim de la realidad. Reacciona al mundo a su alrededor con absoluta pasividad.

Todo lo narrado no era más que el principio de las desdichas de Billy. Así pues, vivía encerrado en una celosía de acero situada en un vagón y de la que sólo salía, bien encajado, aquel largo tubo. Todo lo que Billy podía ver eran las porciones de espacio que recortaba el orificio exterior del tubo. Pero lo peor del caso era que él ignoraba dónde y cómo se encontraba, y ni siquiera se daba cuenta de que su situación era anormal. // El vagón corría, unas veces muy aprisa y otras más despacio, y a menudo se paraba, daba vueltas, subía, bajaba, volaba, seguía por los más extraños vericuetos. La única conclusión que Billy sacaba de sus experiencias tras el tubo era: «Así es la vida»” (p. 106).


Detrás de ese síntoma psicológico está la imposibilidad del propio Vonnegut de narrar su experiencia bélica, y tener que ficcionalizarla a través de un personaje imaginario: Pilgrim. Igual que la literatura de ciencia ficción ofrece al protagonista la clave para la recuperación de la cordura, para Vonnegut, el proceso de recuperación está unido a la producción literaria, así que podemos interpretar Matadero cinco como una terapia. Vonnegut intenta no enfrentarse a su memoria supri­mida directamente, sino llegar a su núcleo descubriéndolo lentamente capa tras capa.

De esta forma, Vonnegut usa el recurso de la guerra y su humor negro para defender el componente existencial de la responsabilidad individual de las propias acciones en un mundo moderno y posmoderno. Su mensaje de la responsabilidad personal y del altruismo frente a la violencia es lo más relevante de la novela. A raíz de ello, en Matadero Cinco, Billy Pilgrim viaja a través del tiempo, gracias a la técnica que le enseñan los tralfamadorianos, con el fin de ver su propia responsabilidad personal. A pesar de que el creía que era indiferente a la guerra, experimenta un momento que finalmente le hace llorar cuando se da cuenta de que fue responsable del maltrato a los caballos tras el bombardeo de Dresde.

Esta escena funciona como clímax de la obra. A pesar de todas las penurias sufridas en la contienda, la pasividad de Pilgrim se rompe en ese punto, justo cuando observa a los caballos tirando del carro que transporta a los supervivientes al bombardeo. Los caballos representan aquí la inocencia, puesto que valen como metáfora de los seres vivos que son usados hasta su muerte a causa de la inhumanidad de los hombres en tiempos de guerra. En esa imagen aparece el mensaje de la importancia de la responsabilidad personal en todas las situaciones vitales. De este punto en adelante, Billy deja de estar distante; aunque continúa siendo una víctima de sus circunstancias, aprende la importancia del altruismo a partir de este incidente (en Rachel McCoppin, "'God Damn It, You've Got to Be Kind': War and Altruism in the Works of Kurt Vonnegut", en David Simmons (ed.), New Critical Essays on Kurt Vonnegut. Nueva York: Palgrave Macmillan. Pág. 60).

Esta finalidad moralista se relaciona, como he indicado en anteriores artículos, con la concep­ción que Vonnegut tiene de la literatura. Para este escritor estadounidense, el autor cumple una función sociopolítica, es decir, la literatura se convierte en un medio para transmitir un mensaje a la sociedad, un concepto que se aproxima al “delectare et prodesse” (instruir deleitando). Como obra posmoderna, según hemos visto, la ciencia ficción aparece en un uso más tangencial, en un segundo plano, aunque mantiene un papel determinante en la interpretación de la novela como otra pieza del rompecabezas que compone Matadero cinco. Y, a pesar de todo lo expuesto, Matadero cinco no pierde un ápice de calidad literaria, tal y como analizaré ya en el siguiente y último artículo.


[Imágenes tomadas de: http://neopren.deviantart.com/art/KILGORE-TROUT-188686278 y de http://www.casadellibro.com/libro-matadero-cinco/9788433920317/447206]

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