[Este es el quinto de una serie de seis artículos que tengo
previsto publicar en este blog sobre la novela Matadero cinco, de
Kurt Vonnegut]
A lo largo de la exposición de los
artículos precedentes he pretendido mostrar las dotes de la novela de Vonnegut Matadero cinco, así como su relación con
la ciencia ficción. Toca ahora señalar las claves de esta obra, que se ha
erigido en ejemplo destacado de la narrativa posmoderna y que encumbró a su
autor al lanzarlo a la fama. Sin duda, la mayor virtud de Matadero cinco es que, tras su apariencia sencilla, esconde una
complejidad enorme, una virtud que escasos escritores en la historia de la
literatura han conseguido.
Como he explicado anteriormente, Matadero cinco es una novela antibelicista que parte de una
vivencia autobiográfica: la experiencia de Vonnegut como soldado en la II
Guerra Mundial y como prisionero de guerra de los alemanes que fue testigo del
bombardeo aliado sobre la ciudad germana de Dresde. Sin embargo, este hecho es
el punto de partida para que un Vonnegut narrador intente escribir esa obra
antibelicista.

En la historia de Pilgrim podemos
observar otro rasgo característico en Vonnegut: el humor negro. Ese humor negro
se convierte en ironía al observar la postura de Billy Pilgrim en medio del
entorno bélico. Este personaje central es descrito como extremadamente
diferente de los otros soldados de la novela. Parece posicionarse en contra de
la violencia durante la guerra; de hecho, la absurda apariencia y acciones de
Pilgrim hace que las actuación del resto de soldados que se toman la guerra
como algo serio u honorable parezcan absurdas.
A ello hay que
sumar que Pilgrim se vuelve famosos al declarar que había sido abducido por
unos alienígenas, los tralfamadorianos. La experiencia tralfamadoriana
justifica el desorden expositivo de la historia de Pilgrim. Pero bien mirado,
dentro de la fragmentación de la vida del protagonista se repiten unos
momentos cronológicos concretos, que sirven para explicar el estrés postraumático
que sufre. Billy no llega nunca a abandonar la II Guerra Mundial, sigue
viviendo allí. En sus recuerdos se ve a sí mismo simultáneamente en dos
momentos, en 1944 cuando es capturado por los alemanes, y en 1967 conduciendo
su Cadillac. El síntoma explica el desorden de la novela y la obsesión de Billy
por esos dos momentos de su vida. Otro rasgo de que sufre ese síntoma reside en
la evasión de Pilgrim de la realidad. Reacciona al mundo a su alrededor con
absoluta pasividad.
“Todo lo narrado no era más que el principio de las
desdichas de Billy. Así pues, vivía encerrado en una celosía de acero situada
en un vagón y de la que sólo salía, bien encajado, aquel largo tubo. Todo lo
que Billy podía ver eran las porciones de espacio que recortaba el orificio
exterior del tubo. Pero lo peor del caso era que él ignoraba dónde y cómo se
encontraba, y ni siquiera se daba cuenta de que su situación era anormal. // El
vagón corría, unas veces muy aprisa y otras más despacio, y a menudo se paraba,
daba vueltas, subía, bajaba, volaba, seguía por los más extraños vericuetos. La
única conclusión que Billy sacaba de sus experiencias tras el tubo era: «Así es la vida»” (p. 106).
Detrás de ese
síntoma psicológico está la imposibilidad del propio Vonnegut de narrar su
experiencia bélica, y tener que ficcionalizarla a través de un personaje
imaginario: Pilgrim. Igual que la literatura de ciencia ficción ofrece al
protagonista la clave para la recuperación de la cordura, para Vonnegut, el
proceso de recuperación está unido a la producción literaria, así que podemos
interpretar Matadero cinco como una
terapia. Vonnegut intenta no enfrentarse a su memoria suprimida directamente,
sino llegar a su núcleo descubriéndolo lentamente capa tras capa.

Esta escena funciona como clímax de la obra. A pesar de
todas las penurias sufridas en la contienda, la pasividad de Pilgrim se rompe
en ese punto, justo cuando observa a los caballos tirando del carro que
transporta a los supervivientes al bombardeo. Los caballos representan aquí la
inocencia, puesto que valen como metáfora de los seres vivos que son usados
hasta su muerte a causa de la inhumanidad de los hombres en tiempos de guerra.
En esa imagen aparece el mensaje de la importancia de la responsabilidad
personal en todas las situaciones vitales. De este punto en adelante, Billy
deja de estar distante; aunque continúa siendo una víctima de sus
circunstancias, aprende la importancia del altruismo a partir de este incidente
(en Rachel McCoppin, "'God Damn It, You've Got to Be Kind': War and
Altruism in the Works of Kurt Vonnegut", en David Simmons (ed.), New
Critical Essays on Kurt Vonnegut. Nueva York: Palgrave Macmillan. Pág. 60).
Esta finalidad moralista se relaciona, como he indicado en
anteriores artículos, con la concepción que Vonnegut tiene de la literatura.
Para este escritor estadounidense, el autor cumple una función sociopolítica,
es decir, la literatura se convierte en un medio para transmitir un mensaje a
la sociedad, un concepto que se aproxima al “delectare et prodesse”
(instruir deleitando). Como obra posmoderna, según hemos visto, la ciencia
ficción aparece en un uso más tangencial, en un segundo plano, aunque mantiene
un papel determinante en la interpretación de la novela como otra pieza del
rompecabezas que compone Matadero cinco.
Y, a pesar de todo lo expuesto, Matadero
cinco no pierde un ápice de calidad literaria, tal y como analizaré ya en
el siguiente y último artículo.